ENSEÑANZAS DE DEUTERONOMIO

Entre los muchos énfasis teológicos del libro cinco de ellos merecen atención:

1. Amor hacia Dios. El Dios de Israel, Jehová, amó a Israel con un amor especial, aún cuando Israel no merecía este amor. Ahora Israel tenía que amar a Dios con todo su corazón, ser, y alma (Deut. 6:5).

2. Monoteísmo. Israel había servido a otros dioses pero ahora Israel tenía que servir a Dios exclusivamente: "Escucha, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es" (Deut. 6:4). Aun cuando el libro hace mención de otros dioses, Deuteronomio hace énfasis de la singularidad de Jehová en la vida de Israel (13:2, 6, 13; 18:20, 12:2; 17:3).


3. Etica Personal. El libro de Deuteronomio relaciona obediencia a Dios con la vida diaria de cada miembro de la comunidad. Porque el pueblo de Israel está unido con Dios por medio del pacto, cada miembro de la comunidad tiene que tratar a su prójimo con justicia. El pueblo de Dios es un pueblo separado de las demás naciones y como tal, su vida diaria y su conducta moral y social con otros miembros de la comunidad debe reflejar esta relación. Esta demanda especial del pacto requiere integridad personal y justicia social. Como pueblo separado, el destino de Israel está relacionado con su obediencia a las demandas de Jehová. Israel vivirá por su obediencia a las demandas de Jehová, pero la desobediencia traerá juicio, sufrimiento y muerte.

El libro de Deuteronomio tiene mucha influencia en los autores del NT. Durante su tentación en el desierto Jesús venció al tentador citando el libro de Deuteronomio tres veces: Mateo 4:4 (Deut. 8:3); Mateo 4:7 (Deut. 6:16) y Mateo 4:10 (Deut. 6:13). Cuando le preguntaron cual era el mandamiento más importante de la ley (Mat. 22:37), Jesús citó Deuteronomio 6:5 como la confesión de fe más importante de Israel. Aun el sermón del Monte refleja muchas de las enseñanzas del libro de Deuteronomio. En el NT aparecen más de 100 referencias del Deuteronomio. Estas referencias reflejan la importancia del libro de Deuteronomio para el pueblo de Dios. Más que otro libro, el libro de Deuteronomio enseña lo que Dios espera y demanda de su pueblo: una vida dedicada a los propósitos divinos. La evidencia de esta dedicación es una respuesta positiva al llamado de Dios a una vida de obediencia a las demandas divinas.


4. El Shema. Según la tradición judía, Deuteronomio 6:4 era considerado la base del judaísmo. Este pasaje es llamado Shema porque viene de la primera parte del versículo: "Escucha (shema), Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es." El fundamento de la fe de Israel era el amor hacia Dios: "Y amarás a Jehová tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas" (Deut. 6:5). La exhortación de Moisés fue para la nueva generación de Israelitas que se preparaba para entrar en la tierra de Canaán. La nueva generación tenía que aceptar las demandas del pacto, y el Shema presenta en forma positiva la demandas de Dios en el Decálogo (Exo. 20:3; Deut. 5:7). Jesús declaró que amar a Dios con todo el corazón, alma y fuerza era el mandamiento más importante (Mr. 12:29–30).


5. El Decálogo. Moisés repitió los Diez Mandamientos a la nueva generación de israelitas que se preparaban para entrar en la tierra prometida (Deut. 5:1–22). Moisés empezó su exhortación con un llamado urgente: "Escucha, Israel" (5:1). La nueva generación urgentemente necesitaba aceptar las demandas del pacto y mantener su fe y confianza en las promesas de Jehová.

El Decálogo en Deuteronomio es prácticamente igual al que aparece en Exodo 20, salvo dos excepciones: de la ley acerca del sábado, en la que Deuteronomio presenta una razón diferente para observar el sábado; y la ley que prohíbe la codicia, pues en Exodo la mujer aparece entre las posesiones del hombre, mientras que en Deuteronomio la mujer aparece en una posición más elevada.


CONCLUSION

El libro de Deuteronomio termina con el informe de la muerte de Moisés (Deut. 34:1–12). Antes de su muerte Moisés pudo contemplar la tierra de Canaán desde el monte Nebo, en la cumbre del Pisga (34:1). A Moisés le fue prohibido entrar en la tierra prometida porque él había pecado contra Jehová (Núm. 20:1–13). Moisés "habló precipitadamente con sus labios" (Sal. 106:33) y no honró a Dios delante del pueblo. Pero, a pesar de sus pecados, Moisés fue un siervo fiel a Dios. En la historia de Israel ninguna otra persona llega a la estatura de Moisés, el hombre de Dios (Deut. 34:10–12).

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