ACERCA DE DIOS
Dios es el Señor de la historia
Dios, el Creador del mundo, es Señor de la historia. Se revela a sí mismo por medio de sus hechos históricos. La historia es la arena donde se ven sus actividades; sin embargo, sus hechos son percibidos por la fe.
Dios es el Señor de la naturaleza
Como creador del universo, la naturaleza está a la disposición de Dios para cumplir con sus propósitos divinos. Por ejemplo, las plagas que sufrieron los egipcios son testimonios de la soberanía de Jehová sobre toda su creación. Lo milagroso no solamente demuestra el poder sobrenatural de Dios, sino que también evidencia su control sobre la naturaleza, tanto en el modo como en la oportunidad. Jehová tiene el poder y el derecho de usar las leyes naturales, de intensificarlas, o de superarlas en la ejecución de su voluntad; no obstante, su obra siempre está de acuerdo con la naturaleza de su persona y con su propósito redentor.
Dios es el Señor del hombre
El libro de Exodo revela cómo Dios emplea la instrumentalidad humana en la obra de la redención. Como ilustración, Dios tomó a Moisés, un hombre impulsivo, e hizo de él una de las personalidades sobresalientes de la historia mundial. Su transformación se nota en el cambio de términos bíblicos usados por él: desde Moisés, el hombre (Exo. 32:2; Núm. 12:3), se le llama Moisés, el hombre de Dios (Deut. 33:1), y hasta se le reconoce como Moisés, siervo de Jehová (Jos. 1:1).
Dios es el Señor inmanente
La enseñanza de Exodo enfatiza la presencia del Señor con su pueblo. Además del Tabernáculo de su presencia, hay otros términos especiales en el libro que lo revelan: el nombre de Dios, el rostro de Dios, la gloria de Dios, y la santidad de Dios.
El nombre de Dios. Al dar su nombre misterioso, YO SOY EL QUE SOY (3:14; ver el comentario para una discusión del texto), Dios esconde su persona y a la vez la revela. El verbo hebreo traducido soy indica en un solo vocablo lo que se expresa en castellano por medio de dos palabras, la esencia (ser) y la presencia (estar).
Dios mismo es inmanente, y la prueba de esto se ve en los hechos históricos: El respondió: Ciertamente yo estaré contigo. Esto te servirá como señal de que yo te he enviado... (3:12). El nombre representa la persona: Jehová es persona; es Señor; es Todopoderoso; es Redentor y está presente con su pueblo.
El rostro de Dios. El rostro de Dios indica la presencia de Dios: No podrás ver mi rostro, porque ningún hombre me verá y quedará vivo (33:20). Mi rostro y me verá son intercambiables; entonces, el rostro representa a Dios mismo. Aunque no se le verá físicamente, él está presente. Se le ve con los ojos espirituales y únicamente por medio de la revelación que él hace de sí mismo. Dios toma la iniciativa en la revelación y se revela lo necesario para cumplir con su propósito. Aunque la revelación siempre sea parcial y misteriosa, es personal, es reconocida, es dinámica, y se efectúa en el contexto de la historia. Dios es inmanente y está activo en su creación.
La gloria de Dios. Jehová demostró su gloria al librar al pueblo de la esclavitud (ver 14:18), al guiarles en sus peregrinaciones en el desierto (ver 16:10), en la ratificación del pacto (24:15–18), y en el Tabernáculo (ver 29:43; 40:34–38). La gloria (kabod H3519) es la manifestación visible y sobrenatural de la majestad incomparable de Jehová . La palabra gloria viene de una raíz que significa “algo pesado” o “substancial”. La gloria de Jehová es el honor que resulta de la suma de todos sus atributos, o simplemente, de su ser. Finalmente se la consideraba como la “presencia ardiente” de Dios mismo. El salmista lo expresa: Contad entre las naciones su gloria, entre todos los pueblos sus maravillas; porque grande es Jehová , y digno de suprema alabanza. . . Gloria y esplendor hay delante de él; poder y hermosura hay en su santuario (Sal. 96:3–6; ver también Isa. 40:5; 58:8; 59:19; Hab. 2:14).
La santidad de Dios. No hay una diferencia clara entre la gloria de Dios y su santidad. Posiblemente la diferencia está en el hecho de que la gloria es un poder que a veces abruma a alguien, mientras que la santidad es un poder que inspira o da vida (ver TOT, p. 88).
La palabra santidad viene de una raíz que significa “cortar”, o “separar”. En el AT la santidad implica, además de una calidad de pureza de vida, un poder de Dios que se emplea en su misión redentora. Dios es Santo, es diferente del hombre; Dios espera que los suyos se santifiquen (19:10–24), que sean diferentes en cuanto a la conducta y en cuanto a la misión o propósito de la vida.
El concepto de la santidad recibe su orientación principal de la relación del pacto entre Dios e Israel (ver TOT, p. 89). Los hechos salvíficos a favor de Israel son demostraciones de su santidad. La morada de Jehová en medio del pueblo es también una evidencia de ella (véase Ose. 11:9). Jehová es el Santo de Israel, no por apartar exclusivamente al pueblo para sí mismo, sino porque ha apartado a Israel en función de ser un intermediario para las naciones: Si de veras escucháis mi voz y guardáis mi pacto, seréis para mí un pueblo especial entre todos los pueblos. Porque mía es toda la tierra, y vosotros me seréis un reino de sacerdotes y una nación santa“ (19:5, 6).
Aunque Dios demostró su santidad por medio del rescate de Israel y del establecimiento del pacto, se reservó el derecho de manifestar su santidad fuera de esta relación cuando quisiera. La relación de Jehová con Israel no era exclusivista. Además, al romper el pacto Israel por infidelidad o desobediencia, no violaba la santidad divina. Realmente la santidad de Dios exigía el castigo de los participantes de la falla o el pecado.
Voluntariamente el Dios Santo escogió entrar en el pacto con el hombre; el hombre inmundo puede conseguir la santidad únicamente por medio de la gracia divina que provee salvación y entrada al pacto. No obstante, el hombre por su propia voluntad tiene que decidir si entra o no.
EL SIGNIFICADO DEL LIBRO
El estudio del libro de Éxodo es fundamental para un entendimiento del mensaje bíblico. Con él se aclara la naturaleza histórica de la revelación divina; se informa de la constitución de Israel como una nación y se indica su lugar en la economía divina; se presenta la base ética para el pueblo de Dios, y se une el presente con el pasado y el futuro.
Éxodo es un libro de historia y de fe. Dios entró en la arena histórica y por medio de sus grandes hechos salvadores libró a su pueblo elegido de la esclavitud egipcia. Por lo tanto, los hechos de Dios produjeron en los esclavos oprimidos una verdadera fe en Jehová . Con razón se ha observado que Israel no produjo su fe, sino que la fe funcionó para producir la nación de Israel.
Dios no únicamente libertó al pueblo por hechos históricos, sino que estableció una manera histórica de preservar la memoria de tales hazañas. Mediante el culto de adoración el pueblo mantuvo viva la fe al celebrar y recordar los hechos divinos, y se evitó que la fe jehovista fuera absorbida por sistemas místicos y no históricos. Cada generación, al identificarse personalmente con la obra salvífica de Jehová , encontraba una fe presente e histórica que concordaba con la fe antigua: Se unía el presente con el pasado, y el pasado venía a ser una realidad con el presente. Al mismo tiempo, se miraba con fe hacia el futuro, cuando el Señor finalmente realizaría su voluntad mundial. Por medio de la adoración, se preservaba la historia del pasado para que las generaciones futuras también pudieran tener su oportunidad de conocer a Jehová por medio de la fe salvífica. Además de ser el eje central del Pentateuco, Exodo juega un papel central en el estudio de la teología y la ética bíblicas: Trata de la elección, la justicia y la soberanía divina; se preocupa de la libertad, la misión y la ética de los miembros del pueblo de Dios; y se presentan grandes transformaciones sociales y espirituales hechas por medio del poder divino.
Para Israel, el rescate de la esclavitud egipcia era un testimonio de la fidelidad de Dios, que no se había olvidado de las promesas dadas a Abram. Además, el rescate ofreció un vocabulario nuevo para la salvación y proveyó símbolos recordativos correspondientes (ver la Pascua, las Fiestas, el Tabernáculo, el Arca del Pacto, etc.).
Para los fieles del AT el éxodo y los acontecimientos en Sinaí fueron los eventos más importantes de su historia: Los confesaba el pueblo (ver Deut. 6:20–25; Jos. 24:5–7, 19–27); se los predicaban los profetas (ver Ose. 2:15; 11:1; Amós 2:10; Miq. 6:3–5, 8); se los recitaban los poetas (ver Sal. 77:11–20; 105:23–45; 106; 114), y se los recordaban en sus días especiales y festivales (ver también Kelley, Exodo, p. 9). Después de Jesús, el éxodo de Egipto y el pacto sinaítico eran temas favoritos de los creyentes de la iglesia primitiva. El estudio del libro de Exodo era básico para el Israel nuevo tanto como para el Israel antiguo.
Además de exponer dramáticamente el amor de Dios para con Israel, el cristianismo primitivo comparaba la experiencia suya, la de Israel nuevo, con la del Israel antiguo. En ciertos aspectos se empleaba una especie de interpretación tipológica: lo que Moisés era para el Israel antiguo, Cristo era aun más para el Israel nuevo; el evangelio del AT anuncia el rescate divino del pueblo de la esclavitud egipcia, y el evangelio del NT anuncia el rescate de la esclavitud del pecado; el evangelio de Exodo presenta a un mediador e intercesor entre Dios y el pueblo rebelde de Israel, y los Evangelios del NT presentan a Dios mismo encarnado que era mediador e intercesor por el pecado del mundo; en Exodo se encuentra el relato de la dádiva de la ley de Dios al pueblo en frente del monte Sinaí por medio del varón, Moisés, mientras que el Evangelio de Mateo presenta a Cristo, Dios mismo, dando la ley de su Reino directamente a la gente estando él sentado sobre un monte en Galilea (Mat. 5–8); el Pentateuco termina con la muerte y el entierro del gran varón de Dios, Moisés, y los Evangelios cristianos terminan con la crucifixión, la resurrección y la exaltación del Rey Eterno. Sin duda, uno más grande que Moisés había llegado; sin embargo, para entender la plenitud de la obra de Cristo, se debe ir al libro de Exodo para conocer su historia, sus conceptos y su terminología.
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