EL ORIGEN DEL NOMBRE
En el texto masorético, el texto hebreo más usado, el nombre es dibre hayyamin, lo cual quiere decir “palabras o hechos de los días”. Vienen siendo “anales” o “historia”. La expresión hebrea es de uso frecuente en el AT especialmente en los libros de los Reyes. Cuando se tradujo el hebreo al griego para formar la versión de los LXX o sea la Septuaginta, el nombre que se le puso fue Paralipómenos, que significa “asuntos previamente omitidos u obviados”. Esto posteriormente daría pie para que se creyera que las Crónicas se hicieron sólo con el fin de suplementar las narraciones históricas halladas en los libros de Samuel y Reyes. Como se verá posteriormente, nada podría distanciarse más de la verdad. Fue uno de los Padres de la iglesia, Jerónimo, el que nos daría el término usado actualmente o sea “Crónicas”. Este tradujo el titulo hebreo como: “Acontecimientos o anales de los tiempos” (ver 1 Crón. 27:24) y usó el vocablo griego chronikon. La palabra lat. chronicorum en la Vulgata sirvió como traducción de este título. Fue Martín Lutero, el reformador protestante, el que popularizaría el título de Jerónimo, y así quedó en la traducción castellana como “Crónicas”. Debe mencionarse, no obstante, que hasta la fecha los autores católicos prefieren el termino Paralipómenos.
EL FORMATO DE CRONICAS Y SU LUGAR EN EL CANON
Se sabe que hasta la Edad Media cuando el trabajo de los masoretas (eruditos judíos que depuraron los textos hebreos existentes y que hicieron el trabajo de poner signos de pronunciación), los libros de Crónicas formaban un solo rollo juntamente con Esdras y Nehemías en el hebreo. La Septuaginta, no obstante, separó esta trilogía y hasta dividió el contenido de Crónicas en dos. Esta traducción griega tiene Paralipómenos A y B. En la Biblia hebrea Crónicas viene al final de la última división del canon o sea los Escritos. En la LXX Crónicas se ubica entre 2 Reyes y Esdras juntamente con los otros “libros históricos”. La mayoría de las traducciones modernas han seguido la organización de la Septuaginta al respecto; así están las versiones en castellano.
En cuanto a su canonización, parece que nunca hubo duda respecto a su autoridad religiosa con una sola salvedad. Hay una tradición siríaca que pone en tela de duda su canonicidad, pero se sabe que para el primer siglo cristiano, los libros de Crónicas se hallaban bien aceptados tanto por los judíos como por los cristianos. Pareciera que no hay evidencia alguna de que los libros de Crónicas fuesen canonizados después de Esdras y Nehemías, pero el hecho de que en la Biblia hebrea estos libros están al final del canon puede sugerir una fecha relativamente tardía para su composición.
FECHA DE COMPOSICION
La fecha precisa de Crónicas no es nada fácil de determinar. Los escritos mismos no nos dejan pistas a seguir. Por un lado, se sabe que 2 Crónicas 36:20 alude al establecimiento del reino de Persia. Esto hace que el escrito no sea anterior a 539 a. de J.C. También, se sabe que hay escritos extrabíblicos que mencionan a Crónicas para mediados del siglo II a. de J.C. Estos siglos serían las fechas límites, o sea Crónicas tendría que haberse escrito entre 539 y 150 antes del periodo cristiano. Hay indicios internos que indicarían con más precisión la fecha aproximada de su composición. En 1 Crónicas 3:19–24 hay una genealogía davídica que llega hasta más o menos 400 a. de J.C. Si, como algunos creen, Esdras y Nehemías son continuaciones de la historia en Crónicas, hay apoyo adicional a esta fecha aproximada, ya que hay una lista de sacerdotes en Nehemías 12 que también termina cronológicamente en ese período. Es sabio, no obstante, que impere un poco de agnosticismo sano al respecto. No se puede hablar con dogmatismos.
PATERNIDAD LITERARIA
Si bien el dogmatismo no cabe respecto a la fecha de composición de Crónicas, menos lugar tiene respecto a quién sería el autor de dicho escrito. El mismo libro no lo indica. Si bien es cierto que la tradición judeocristiana ha atribuido este libro a Esdras, menos cierto es aceptar dicha tradición sin discusión. Durante la tercera década del siglo XX esta tradición fue respaldada por un erudito de considerable peso, William Albright. Pese a sus argumentos, la mayoría de la erudición de fines del siglo XX opta por no procurar una identificación exacta del autor, prefiriendo así simplemente hablar del “Cronista”. Se arguye en contra de la paternidad literaria de Esdras en base a las siguientes razones: (1) Ciertas doctrinas, tales como la retribución divina, la importancia del pacto con David y su dinastía reciben interpretaciones muy divergentes en Esdras—Nehemías y en Crónicas. La esperanza de una restauración futura de la dinastía davídica no se enfatiza en Esdras—Nehemías tal y como se hace en Crónicas de forma preponderante. (2) También, se entiende de manera diferente la naturaleza de “Israel” en ambos escritos. El Cronista reconoce la legitimidad de descendientes del Reino del Norte como miembros de Israel; Esdras—Nehemías rehusa dar lugar a los “extranjeros” procedentes de Samaria en el pueblo de Dios. (3) En Crónicas se le da gran importancia a Jacob en la historia antigua de la nación y se le llama persistentemente “Israel”. Esta importancia de Jacob no aparece en Esdras—Nehemías y también el llamar a Jacob “Israel” falta del todo en dichos escritos. (4) Tal vez la divergencia mayor, no obstante, se halla en la forma que ambos escritos hacen historiografía. El Cronista de modo consistente provee comentarios teológicos sobre los eventos narrados. Von Rad los rotula “Sermones Levíticos”. El Cronista hace sus aseveraciones teológicas apoyándose en los profetas clásicos a quienes ya considera como “canónicos” o autoritativos. Nada de esto se halla en Esdras—Nehemías. Estos argumentos a la vez que hablan poderosamente en contra de la postura tradicional, también postulan que originalmente Esdras—Nehemías y Crónicas no formaban un solo escrito como muy a menudo suele decirse. Puede que con el tiempo los dos escritos se hayan combinado, pero es difícil que hayan sido escritos por un solo autor.
Quienquiera haya sido el Cronista, sus escritos revelan mucho acerca de su carácter y personalidad. Era un hombre bien documentado en la historia de su pueblo; para él, esta historia tenía fuertes implicaciones para su propio día y para el futuro. Reconocía ampliamente el fracaso político de Israel y especialmente veía este fracaso personificado en los reyes malos de Israel. Pese a esto, tenía gran esperanza respecto al pacto de Dios con David y sus descendientes. Estas esperanzas no pudo menos que comunicarlas a sus correligionarios que se hallaban tan desilusionados con el estado de cosas en Israel. Es de notarse, sin embargo, que sus esperanzas no estaban fincadas en un Israel político sino en un Israel espiritual. El rey David, que tanto ejemplificaba lo ideal en tal Israel espiritual, servía como estímulo para las vidas de los israelitas del tiempo del Cronista. Por esto, sus intereses son los que envuelven el templo, el culto y demás ocupaciones levíticas. Siempre David es visto como el paladín, no de una nación política, sino de una congregación espiritual.
Al Cronista le gustaba todo lo que oliera al culto a Dios. En esto demostraba ser un levita de corazón. Sobre todo su interpretación de la ley, los profetas y algunos de los salmos, lejos de involucrarlo en un legalismo estéril en el cual muchos de sus compatriotas se hallaban, lo conducía a una visión del reino de Dios cada vez más universal. Es por esto que sus profetas favoritos eran Isaías, Jeremías y Ezequiel que también compartían esta visión.
FUENTES DEL CRONISTA
Ya que Crónicas se escribió tardíamente, era de esperarse que el escritor empleara fuentes, tanto de formas escritas como orales, que ya contaban con gran autoridad entre el pueblo judío. Casi todas las genealogías que se encuentran en los caps. 1–9 de 1 Crónicas son tomadas de los “Cinco libros de Moisés” o el Pentateuco. Estos libros no tan sólo ligaban al pueblo judío del día del Cronista con sus antepasados espirituales, sino también proveían fondo para ver la fidelidad de Dios respecto al futuro. La naturaleza teológica del Pentateuco ayudaba grandemente al Cronista en sus propios énfasis.
Para la historia de los reinados de Salomón y David y sus sucesores, el Cronista acude casi exclusivamente a los libros de Samuel y Reyes hechos por el historiador deuteronomista. Estas fuentes históricas cubren precisamente el período de tiempo que más le interesaba al Cronista: el tiempo abarcado desde la monarquía hasta el exilio babilónico. Como ya se mencionó, también el Cronista contaba con los oráculos de unos cuantos de los grandes profetas clásicos y algunos de los salmos.
Además, comúnmente es sabido que el Cronista también menciona algunos libros extracanónicos o sea habla de ciertos libros que no se incluyen dentro de nuestra Biblia. Entre ellos están: el libro de los reyes de Israel y Judá (2 Crón. 27:7; 35:27; 36:8), el libro de los reyes de Judá e Israel (2 Crón. 16:11; 25:26; 32:32), el libro de los reyes de Israel (1 Crón. 9:1), los hechos de los reyes de Israel (2 Crón. 33:18). Es de notarse que no se sabe si estas fuentes sean exactamente las que mencionan los libros canónicos de Reyes.
LA IMPORTANCIA DE CRONICAS
Algunos preguntarán: ¿Por que se molestó tanto el Cronista en darnos simplemente una repetición de libros anteriores? Esta pregunta ignora totalmente el hecho de que el Cronista, lejos de meramente repetir, supo reinterpretar para su propio día y su propio pueblo dichas tradiciones que estaban tan cargadas de valor. ¿Sólo repetir? !Nada más lejos de la verdad! Lo que el Cronista pretendía era demostrar cómo escritos sagrados que se remontaban al distante pasado podían hacerse “vivir” para su propio día. Independientemente de las maravillosas interpretaciones teológicas que nos provee el Cronista de la historia de Israel, también nos indica la importancia de la sana hermenéutica. Poco importa que reverenciemos la “historia sagrada” si no la apropiamos para nosotros en nuestro día. Bien puede ser que el Cronista escoja sus textos y los rehaga para sus propios propósitos, pero en su selección nunca deforma la historia salvífica sino que le da más realce y sobre todo la hace pertinente para su propio día.
Bien conviene que imitemos tanto las intenciones como los métodos del Cronista en la hermenéutica. Que sepamos ser fieles a la revelación de Dios en su manifestación histórica y que también sepamos hacer aplicable dicha revelación a nuestro propio medio.
COMO UTILIZAR ESTE COMENTARIO
Este comentario tiene un propósito primordialmente práctico. Se ofrece con la mira de que la Palabra de Dios se haga más inteligible para la persona de cultura promedio. Aunque hay algunas cuestiones técnicas abordadas en el comentario, no es el propósito que sea un comentario netamente para teólogos o exégetas profesionales. La mira principal es que el lector común de la Biblia pueda tener una herramienta que arroje alguna luz sobre el sentir general de 1 Crónicas.
Para que este comentario cumpla con su propósito y sea funcional, hace falta que se emplee correctamente. Es decir, el comentario debe usarse únicamente en relación con el mismo texto bíblico. Al estudiar cierto pasaje de 1 Crónicas, se debe leer primero el texto bíblico y luego el comentario. Es altamente importante que el lector comience con el texto bíblico, y luego que proceda al uso del comentario. Hay que recordar que un comentario es justamente eso, el comentario de un ser humano igual que uno; no goza de la inspiración divina de la que goza el texto sagrado. Por limitado que sea el alcance del comentario, debe poder servir como una introducción, por lo menos, al sentido claro del texto (si es que éste se puede encontrar). Tanto el lector como el comentarista necesitan reconocer las limitaciones humanas en cuanto a la exégesis de cualquier pasaje de Escritura. Este comentario va acompañado de la oración del escritor con el ardiente deseo de que la Palabra de Dios sea entendida por el mayor número de personas posible.
No se puede recalcar demasiado la importancia de reconocer el trasfondo histórico, literario y teológico del escritor de 1 Crónicas. Si se le escapa al lector el gran hecho de proponer una reinterpretación de la historia de Israel para una generación postexílica, va a ser muy difícil que se capte el sentido de muchos textos aislados. Todo el texto bíblico y el comentario deben leerse con este hecho importante en mente. El Cronista, bajo el influjo del mismo Espíritu de Dios que produjo las fuentes del autor, procura interpretar tradiciones históricas de Israel para su propio día. Desea demostrar la fidelidad de la mano de Dios en toda la historia de Israel aun hasta su día. Para lograr esto, se vale de los escritos bíblicos, principalmente 1 y 2 Samuel y 1 y 2 Reyes. El Cronista también goza de fuentes históricas extrabíblicas ignoradas por nosotros, pero su intención es hacer que las promesas de Dios al pueblo en su remoto pasado “vivan” durante su propio día y circunstancias. Las técnicas empleadas por el Cronista pueden parecer extrañas a algunos, pero se debe reconocer que eran técnicas reconocidas como válidas durante su época. La forma en que utilizan materiales antiguos, ya tradiciones sagradas para su día, obedece sobre todo a sus propósitos teológicos y prácticos. Las motivaciones del Cronista, escritor postexílico, son las mismas que nos mueven hoy al procurar interpretar el texto sagrado para nuestra época: claridad y sentido religioso. El mismo Cronista, al trabajar con documentos y tradiciones antiguos, experimentaba muchos de los mismos problemas que se confrontan en toda época en la exégesis de pasajes problemáticos. Claro está, la inspiración divina aseguraba, pese a cualquier limitación humana del escritor, que el mensaje netamente religioso llegase a sus primeros lectores. Por mucho que el mismo Cronista tuviera que lidiar con problemas históricos, textuales, etc., supo interpretar y proclamar para su día una “Palabra de Dios”.
RECONOCIMIENTOS
El lector cuidadoso podrá observar a primera vista que este comentario debe mucho a otras fuentes anteriores. A continuación se da una bibliografía selecta. Estas obras de otros comentaristas han sido muy útiles en la preparación de este trabajo presente. Se notará que estas fuentes representan toda una gama de erudición bíblica. Hay autores conservadores, y los hay de otras escuelas también. La contribución “original” del presente escritor es sencillamente el arreglo, la organización y una que otra reinterpretación de las fuentes aludidas. Tanto el texto del Cronista como las fuentes que se detallan en la bibliografía han ofrecido amplio material para acción y reacción del presente escritor. Quiera el Dios del Cronista inspirado ocupar este trabajo para esclarecer un poquito el sentido de su Palabra.
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