TRASFONDO HISTORICO
Después de la conquista de Canaán, las tribus de Israel permanecieron por aprox. 200 años como una federación tribal que basaba su unidad en un pacto comunitario con Jehová. Durante este tiempo, las tribus carecieron de gobernantes a nivel nacional, a nivel local surgieron jueces quienes proveyeron liderazgo militar y cuyas tareas terminaban después de libertar a alguna de las tribus de alguna dominación extranjera; durante este tiempo se esperaba que Dios gobernara a las tribus, así lo expresó Gedeón ante el pedido del pueblo de que gobernase él o su hijo: Yo no os gobernaré a vosotros, ni tampoco os gobernará mi hijo. Jehová os gobernará (Jue. 8:23). Pero la falta de gobernantes permanentes permitía que el pueblo se corrompiera fácilmente y que fuera dominado por reyes extranjeros. El escrito del libro de los Jueces termina con un triste comentario acerca de la situación en Israel: En aquellos días no había rey en Israel, y cada uno hacía lo que le parecía recto ante sus proios ojos (Jue. 21:25). La necesidad de un gobernante nacional y de carácter permanente en Israel era imperante.
Samuel sería el último de los jueces; durante su liderazgo Dios permitió al pueblo poder tener un rey. Esta transición no fue fácil, Samuel se oponía a la idea de un rey; pero los ancianos de Israel reconocieron la necesidad de un rey, por un lado los hijos de Samuel no eran apropiados para gobernar, y por el otro lado los filisteos habían derrotado a los israelitas en la batalla de Afec y habían ocupado gran parte del territorio de las tribus israelitas. Ante la amenaza filistea, Saúl fue ungido rey por Samuel, y Saúl guió a los israelias a derrotar a los filisteos en algunas batallas; pero Saúl fue finalmente derrotado por los filisteos en el monte Gilboa.
Una monarquía, propiamente hablando, no se estableció en Israel sino hasta el reinado de David (1000–961 a. de J.C.). Saúl había sido el primer líder ungido como rey en Israel, y como tal había unido los ejércitos de las tribus de Israel para detener la amenaza de los filisteos, pero Saúl no formó un gobierno que se pudiera llamar monárquico; su reinado fue más parecido al de los jueces. David, sin embargo, introdujo cambios en la vida política de Israel que convirtieron a Israel en una monarquía. El arqueólogo John Bright ha destacado cuatro aspectos importantes que dieron lugar a un nuevo orden durante el reinado de David. Primero, David logró la unidad política de las tribus de Israel; esta unidad, que no se había logrado antes, estaba localizada en la persona de David, como el rey de las tribus del norte y del sur. Segundo, David logró asegurar y consolidar el estado de Israel por medio del sometimiento de los filisteos y otros estados cananitas que habitan en Palestina, y por medio de la creación de una capital para toda la nación, la cual también se estableció como el lugar de permanencia para el arca de Dios. Tercero, David conquistó y sometió bajo su poder a los reinos de Edom, Moab y Amón en el sur de la Transjordania, y Zoba en el territorio de Siria; David estableció así un imperio que comprendía mucho más que las tribus israelitas. Cuarto, David organizó el gobierno de una manera estructurada; esta organización la compara John Bright con la organización del gobierno egipcio: en orden descendiente, se encontraba un rey, un comandante en jefe, un comandante de las tropas mercenarias extranjeras, un heraldo real, un secretario real y dos sacerdotes.
CONTENIDO DEL LIBRO
El libro de 2 Samuel se compone de dos grandes narrativas: (1) la toma del poder por parte de David a raíz de la muerte de Saúl, y (2) las crisis experimentadas en el reino de Israel a raíz de la caída de David en adulterio. La primer gran narrativa describe el ascenso de David al trono de Israel, la hemos titulado: Dios eleva a David al trono de Israel. La narrativa abarca los capítulos del 1 al 10, y contiene tres divisiones: (1) David reina sobre Judá, (2) David reina sobre la nación de Israel, (3) David reina sobre un imperio. Cada división marca una etapa de más progreso en la vida de David, marcando un ascenso en su poderío como rey; cada división comienza con la frase aconteció después; otra marca distintiva de cada división es que las dos primeras divisiones contienen una lista de los hijos de David y la tercera división contiene una lista de los oficiales de David.
La segunda gran narrativa describe la caída de David en adulterio y la subsecuente deterioración moral de la familia de David y de la nación de Israel. Esta narrativa ha sido titulada por los eruditos como La narrativa de la sucesión del trono (capítulos del 9 al 20), por tratar acerca de la lucha por la sucesión del trono de Israel; sin embargo, el interés primario de la narrativa no está en la persona que sucederá al rey, sino en la caída del rey en el pecado y la subsecuente deterioración de la situación moral a nivel familiar y nacional. Esta narrativa la hemos titulado: La caída de David y el deterioro moral de su reinado. Esta narración abarca los capítulos 11 al 20, y contiene tres divisiones: (1) David cae en pecado, (2) Los hijos de David caen en pecado, y (3) Absalón se rebela contra David. Cada división representa una progresión en el descenso moral de la familia real, y cada división también comienza con la frase aconteció después. Los capítulos 21 al 24 tratan de Los últimos hechos de David.
ENSEÑANZAS PRINCIPALES
La soberanía de Dios en Israel
La transición a un nuevo orden traía consigo una crisis de tipo religiosa en un pueblo que había considerado a su Dios como el único rey. La monarquía venía a llenar una necesidad política, pero también traía consigo el peligro que el rey abusara de su poder, como el profeta Samuel había señalado con anterioridad. El mensaje principal en el libro de 2 Samuel es que Dios continuaba reinando sobre Israel y especialmente sobre el rey de Israel. El ascenso de David al trono era completamente la obra de Dios; Dios sacó a David de entre las ovejas y lo llevó al trono de Israel. El éxito de David era completamente la obra de Dios, y por lo tanto su posición de extrema responsabilidad ante Dios. David se destacaba por sus virtudes, pero no escapaba al juicio de Dios. David, el escogido de Dios y objeto de la promesa divina de una dinastía eterna, no fue elevado a una posición deificada como lo fueron los faraones egipcios; David permanece al nivel de hombre, sujeto a tentaciones humanas, y bajo la dirección y la corrección de Dios. El rey y el pueblo se encontraban bajo la corrección y la autoridad de Dios. David era el rey, pero el soberano rey continuaba siendo Dios.
La gracia de Dios en David
La gracia de Dios para con David se manifiesta desde su elección como el escogido de Dios para ocupar el trono de Israel; Dios escogió a David de entre sus otros hermanos, lo sacó de entre los rebaños de ovejas, lo protegió de las amenazas de Saúl, y lo llevó finalmente al trono. Al ocupar el trono, David recibió una promesa de la gracia de Dios: el linaje real de David sería de duración eterna y gozaría de una relación filial con Dios; fue ésta la promesa que alimentó la esperanza mesiánica dentro del pueblo de Israel en años posteriores, y que se vio cumplida en la persona de Jesucristo. Esta promesa a David provino de la gracia de Dios, no era algo merecido por David, sino que la recibió del puro amor de Dios. Pero también cuando David estuvo caído, se manifestó en él la gracia redentora de Dios. Dios tuvo misericordia y amor leal hacia David en el momento de su desgracia; aun cuando David merecía la muerte, Dios le perdonó y le conservó la vida, y así también lo sometió a su disciplina; la experiencia del perdón divino fue la fuente inspiradora de muchos salmos de David, muy especialmente es de mencionarse el Salmo 51. David sufrió las consecuencias de su pecado, pero aún dentro de ese padecimiento recibió del cuidado de Dios; así fue que cuando David salió humillado de Jerusalén por causa de la rebelión de Absalón, Dios le cuidó y le hizo regresar victorioso. La acción de Dios hacia David fue siempre motivada por su gracia. Esta gracia no eliminó la disciplina, sino que, al contrario, la hizo necesaria. David fue sometido a gran disciplina por parte de Dios y su linaje también sería sometido a gran disciplina. La gracia de Dios incluye la disciplina para sus hijos.
La realidad del pecado en el Nuevo Orden
Los israelitas aprenderían que los cambios políticos no necesariamente traerían mejores relaciones, pero que sí podrían ser ocasión de nuevas formas de pecado. Samuel previó las tentaciones que traía consigo el nuevo orden de la monarquía, pero el pueblo y el mismo rey no estaban preparados espiritualmente para vencer dichas tentaciones. David aprendería con su propia experiencia que el poder puede ser usado para bendición y para destrucción; que las bendiciones de Dios pueden ser manipuladas por el diablo y que las personas pueden caer víctimas de su propio éxito. David apartó sus ojos de Dios en el momento de mayor éxito de su vida y cayó en las profundidades del pecado y de la maldad. Ninguna persona está completamente segura en un lugar, completamente segura en una posición, completamente segura para apartar sus ojos de Dios. David era un ejemplo para toda la nación que el apartarse de Dios traía grandes repercusiones. La caída de David en adulterio y homicidio afectó grandemente la vida de su familia y la vida de la nación.
Las virtudes de David
Dios escogió a David porque tenía un corazón virtuoso; el episodio del ungimiento de David por Samuel demostró que Dios no mira lo que mira el hombre, sino que Dios mira el corazón. David tuvo un corazón o sea una actitud de confianza, de dependencia, de alabanza y de humillación a Dios. David confió en Dios y su promesa: demostró respeto hacia su perseguidor Saúl, a quien nunca buscó para matarle, dejando que Dios abriera las puertas para que él llegara al trono; David dejó que Dios cumpliera su promesa, sin interponerse de ninguna manera a los planes de Dios. David dependió de Dios y mantuvo una relación de confianza con Dios: David siempre consultó a Dios con respecto a sus decisiones importantes en cuanto al reinado de la nación. David alabó a Dios con todo su corazón: a él se le conoció no sólo como el ungido y el exaltado de Dios, sino también como el cantor de Israel. David mantuvo su corazón humilde ante Dios: siempre dio la gloria a Dios por todo lo que era y tenía, y puso su corazón bajo la examinación de Dios. El testimonio de David, sin embargo, no se mantuvo sin mancha; la mancha del adulterio y del homicidio ennegrecieron aquel testimonio de fe, humildad y obediencia, No obstante, David sobrevivió a esa caída ignominiosa; y parte de su virtud resalta de nuevo en su valentía al aceptar su pecado, en su quebrantamiento al mostrar arrepentimiento, y en su fe al buscar de nuevo el perdón y la renovación de su relación con Dios; únicamente así pudo David recobrarse de tan grande caída; David pudo levantarse, salirse del camino de perversidad y seguir caminando en el camino de los justos. David siguió caminando con Dios, cumpliendo su misión, aun en medio de la deteroración moral y relacional de su familia, aun en medio de insultos y humillaciones por parte de sus enemigos. David sobrevivió y venció esos obstáculos que resultaron de su propia caída, pero no se dio por vencido; si fue vencido por el pecado una vez, aprendió a salir de la derrota y aprendió a vencer; he aquí su verdadera virtud.
El fundamento de la justicia y el temor a Dios
El tema principal del libro de 2 Samuel es la necesidad del pueblo de ser gobernado por la justicia y el temor a Dios. El pueblo y sus gobernantes necesitaban ser gobernados por la justicia y el temor a Dios. La base de estos dos conceptos se encuentran en la naturaleza de Dios: un Dios de justicia y de santidad. La justicia nunca sobrevive separada de temor a Dios, ni el temor a Dios existe sin la justicia. La vida y el gobierno de David ejemplificó la justicia y el temor a Dios, mientras éste se mantuvo dentro de la voluntad de Dios. Cuando David cayó en pecado, las bases de la justicia y el temor a Dios se resquebrajaron produciendo una crisis que afectó a la familia y a la nación.
AUTOR DEL LIBRO DE 2 SAMUEL
Los libros de 1 y 2 Samuel formaban un solo libro en la Biblia hebrea; pero en la traducción griega de los dos primeros siglos, a. de J.C., la llamada Septuaginta, aparecieron los dos libros de Samuel junto con los dos libros de Reyes como un solo tomo llamado Los Cuatro Libros de los Reinos. La traducción latina, llamada la Vulgata, siguió la manera de la Septuaguinta, incluyendo los cuatro libros con el nombre de Libro de los Reyes. Fue a partir del siglo XI que en la Biblia hebrea se distinguió entre 1 y 2 Samuel.
En los libros de Samuel no se da el nombre del escritor: pero en el libro de Crónicas se mencionan tres fuentes literarias que bien pudieron ser las que se utilizaron para escribir los libros de Samuel: los hechos del rey David, los primeros y lo último, he aquí que están escritos en el libro del vidente Gad (1 Crón. 29:29). Otra fuente que se menciona está en el libro de Samuel, es el llamado libro de Jaser o libro del justo, que era posiblemente un libro en que se recopilaron grandes acontecimientos de la vida de Israel; el libro del justo también se menciona en Josué 10:13 (como referencia a la derrota de los amorreos por Josué en Gabaón); la Septuaginta menciona el libro del justo en 1 Reyes 8:53. Samuel contribuyó al contenido de los libros que llevan su nombre, pero Samuel no pudo ser el autor de todo el contenido, especialmente de 2 Samuel, ya que Samuel murió cuando David todavía huía de Saúl. La figura de Samuel, sin embargo, representa el personaje de mayor influencia espiritual en 1 Samuel, y aun en 2 Samuel; de allí que los libros llevan su nombre. Los libros de Samuel probablemente se terminaron de escribir durante el reinado de Salomón.
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