A la luz de la unidad esencial del Pentateuco, no podemos tratar de la paternidad del libro de Números sin considerar la de todo el Pentateuco. Encontramos varias referencias a la actividad literaria de Moisés en el Pentateuco mismo (ver Exo. 17:14, 24:4; Núm. 33:1, 2; Deut. 31:9, 22, 24–26). Además, muchos pasajes del AT asocian el libro de la ley con Moisés. Por eso los judíos y los cristianos tradicionalmente han atribuido el Pentateuco a Moisés. Sin embargo, hay que reconocer que no hay ningún lugar en la Biblia donde diga que Moisés escribiera todo el Pentateuco exactamente en la misma forma en que lo tenemos ahora. (Los títulos al principio de cada libro en nuestras Biblias, como “el cuarto libro de Moisés”, aparentemente fueron agregados por redactores judíos, y no son parte del texto original. Los libros del Pentateuco en sí, como muchos otros libros del AT, son anónimos.)
Durante los últimos siglos, la crítica liberal del AT ha negado toda participación de Moisés en la formación del Pentateuco. Los eruditos consideran el Pentateuco como una compilación de varias fuentes diferentes. Intentan distinguir las distintas fuentes en base al uso de diferentes nombres divinos, dife-rentes estilos literarios, y supuestos relatos dobles y discrepancias en el texto. Según la forma clásica de la hipótesis documentaria, identifican una fuente na-rrativa llamada “J”, que supuestamente viene de Judá durante el siglo X a. de J.C. (reinado de Salomón), y otra llamada “E”, que supuestamente viene de Efraín (Israel del norte), durante el siglo IX a. de J.C. Suponen que un redactor combinó estas fuentes para producir “JE” después de la caída de Samaria en 722 a. de J.C. Encuentran otra fuente, “D” (mayormente el libro de Deu-teronomio), asignada al siglo VII a. de J.C. (reinado de Josías o un poco antes) en Judá. Finalmente, encuentran una colección de leyes y estadísticas que llaman “P”. Atribuyen esta fuente a los sacerdotes durante o después del exilio en el siglo VI o V a. de J.C. (De hecho, muchos creen que hay diferentes niveles dentro de P que vienen de diferentes fechas. Generalmente hablan de una fuente básica llamada P y una adición posterior. Finalmente, consideran que un redactor sacerdotal agregó la fuente P a la combinación de JED para producir el Pentateuco en el siglo V o IV a. de J.C.)
Según los eruditos liberales, pasaron varios siglos entre los tiempos de Moisés (probablemente el siglo XIII a. de J.C.) y las fuentes más tempranas del Pentateuco. Por eso, han considerado que las fuentes no tienen mucho valor para entender la historia del pueblo ni sus prácticas religiosas. Especialmente la fuente P ha sido considerada la invención de una edad posterior. Consideran que las leyes e instituciones revelan la práctica de los judíos en el exilio o después, pero que no tienen nada que ver con el pueblo en el desierto antes de la conquista de Canaán.
Por supuesto, rechazamos muchas de las presuposiciones y las conclusiones de la crítica liberal. Hay que tomar en cuenta la larga y fuerte tradición que asocia “el libro de la ley” con Moisés, y el testimonio de varios libros del AT (ver Jos. 1:7, 8; 8:30–35; 23:6; 1 Rey. 2:3; 2 Rey. 14:6d; 2 Crón. 23:18; 25:4; 35:12; Esd. 3:2; 6:18; Neh. 8:1; 13:1). También es importante notar que el Pentateuco mismo menciona que Moisés escribió algo por lo menos de todos los tipos de literatura que encontramos en la obra: pasajes históricos (Exo. 17:17; Núm. 33:2); leyes (Exo. 24:4; Deut. 31:9, 24–26); y poesía (Deut. 31:32). Además, una y otra vez en los libros de Levítico y números encontramos una frase como “Jehová habló a Moisés” (Lev. 1:1; 4:1; 5:14; 6:1, 8, 19, 24; 7:22, 28; 8:1; etc.; Núm. 2:1; 3:5, 11, 44; 4:1, 17; 5:1, 5; 6:1; 8:1; etc.). En algunos pasajes, hay una indicación del lugar donde Dios habló a Moisés y a veces una fecha también (Lev. 25:1; 27:34; Núm. 1:1; 3:14; 9:1; 33:50; 35:1; 36:13). Entendemos que debemos tomar en serio estas afirmaciones que indican que Dios en verdad reveló las leyes e instituciones a Moisés en el desierto.
Puede ser que Moisés mismo puso estas leyes en forma escrita, o que las dictó a otros, o aun que algunas de las leyes se transmitieron en forma oral por años o siglos antes de escribirse. Pero afirmamos que las leyes, en su esencia por lo menos, se dieron al pueblo a través de Moisés en el desierto. No son la invención de una edad posterior (ver PROBLEMAS, más adelante). Para indicaciones de la antigüedad de los materiales en Números, ver el comentario sobre el censo, los nombres de los líderes, y la forma del campamento, caps. 1, 2; el diseño del candelabro, cap. 8; el uso de las trompetas, cap. 10; la carta a Edom, cap. 20; la serpiente de bronce, cap. 21; los oráculos de Balaam, caps. 23, 24; el calendario de los sacrificios, caps. 28, 29; y los límites de la tierra prometida, cap. 34.
Afirmamos que Moisés es el personaje central y más importante en la formación del Pentateuco. Probablemente compiló las tradiciones acerca de los patriarcas y debe haber escrito por lo menos un bosquejo de la historia del éxodo y las peregrinaciones del pueblo en el desierto. También, como afirmamos arriba, recibió la revelación de las leyes y puso por lo menos algunas leyes en forma escrita. En este sentido, podemos llamarle el “autor” del Pentateuco. Pero como Angus y Green observan:
El hecho de que Moisés sea el autor del Pentateuco no excluye la participación de otros redactores en épocas posteriores. No hemos de suponer que tenemos en nuestras manos los cinco libros tal y como fueron escritos en el desierto, sin alteraciones ni adiciones... la mano de escritores posteriores se deja ver muy claramente en algunos casos.
Algunos casos citados a menudo incluyen las referencias a Moisés en Exodo 6:26; 11:3; Números 12:3; y Deuteronomio 34:6, 10; pasajes que parecen haber sido escritos acerca de Moisés por alguien que vivió algo después de él. También hay algunos pasajes que levantan problemas históricos, como Génesis 13:18 y 23:2 (comparar Jos. 24:13–15); Génesis 14:14 (comparar Jue. 18:29); y Exodo 16:35 (comparar Jos. 5:12). Ver también pasajes como Génesis 12:6; 13:7; 40:15; Levítico 18:25, 28; Números 32:34–42; y Deuteronomio 2:12, que aparentemente se escribieron después de la conquista de la tierra prometida por Israel; y Génesis 36:31, que parece venir del período de la monarquía. Todo esto parece indicar que por lo menos algunos pasajes del Pentateuco, en su forma actual, vienen de un período después de los tiempos de Moisés. Estos y otros pasajes testifican de que sí había un proceso de redacción del Pentateuco después de Moisés. Tenemos que reconocer que las costumbres en el antiguo Medio Oriente permitían que los escribas hicieran cambios en y adiciones al texto para ponerlo al día.
Aunque todos los conservadores afirmamos el papel central de Moisés en el Pentateuco, hay diferentes ideas en cuanto a la duración y extensión del proceso de redacción después de Moisés. Algunos afirman que Moisés escribió casi toda palabra del Pentateuco actual, con la excepción de los pequeños pasajes mencionados arriba, y creen que el proceso ya estaba completo por los tiempos de Samuel. Otros ven un proceso más largo y completo. Creen que redactores posteriores trabajaron con varias fuentes, algunas escritas y otras orales, que provienen del tiempo de Moisés (y algunas aun de Moisés mismo). Algunos, como Thompson aun aceptan una corriente de tradiciones narrativas, semejante a JE, y otra corriente de tradiciones cúlticas, semejante a P, si se reconoce que estas corrientes de tradiciones tienen su origen en los tiempos de Moisés. Algunos creen que el proceso de compilación y redacción no terminó hasta los tiempos de Esdras, c. 450–400 a. de J.C.
Cualquier posición que uno tome en cuanto a la extensión y duración de este proceso de redacción, afirmamos plenamente que el mismo Espíritu de Dios quien inspiró a Moisés, estaba guiando en cada paso, y que el producto final que tenemos ahora es fidedigno y es la verdadera Palabra de Dios para nosotros. Aunque aceptamos en principio la posibilidad de que redactores posteriores trabajaron con tradiciones que se originaron en la época de Moisés, insistimos en que transmitieron fielmente las tradiciones que recibieron. Puede ser que seleccionaron y arreglaron sus materiales para hacer ciertos énfasis, pero no inventaron eventos ni leyes sólo para ilustrar o enseñar ciertos principios que consideraron importantes. Además, rechazamos la idea de que redactores posteriores combinaron relatos contradictorios que provienen de diferentes fuentes. Consideramos que las diferentes tradiciones son complementarias, no contradictorias. El Pentateuco demuestra una unidad esencial, no una impuesta artificialmente. Cualquier análisis literario que intenta dividir pasajes (y aun versículos individuales) entre supuestas fuentes contradictorias destruye esta unidad y hace del Pentateuco nada más que una obra de retazos.
Algunos comentarios modernos tratan casi exclusivamente de las supuestas fuentes detrás del texto actual y de la historia de su redacción. En este comentario vamos a hacer referencia a la crítica literaria en algunos puntos importantes. Sin embargo, entendemos que nuestra tarea principal es la de explicar, interpretar y dar algunas pautas para la aplicación del texto recibido.
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