Panorama de 1 Tesalonicenses

 Localizada en la costa noroeste del mar Egeo, con el monte Olimpo a la vista, Tesalónica (actual Salónica) estaba estratégicamente situada. En el año 168 a.C. llegó a ser la capital de Macedonia. Cuando el apóstol Pablo la visitó, era una ciudad libre gobernada por sus propios ciudadanos (Hch 17:6) y tenía una población de unos 200,000 habitantes.

La iglesia de Tesalónica era la segunda que el equipo de Pablo estableció en su primer viaje que lo llevó hasta Europa (véase Vista Panorámica de Filipenses). La historia de su fundación se relata en Hch 17:1-9. Después de ministrar durante tres días de reposo en la sinagoga, se desarrolló una fuerte oposición (Hch 17:5-9); pero hubo varios que pusieron su fe en Cristo. Entre los primeros convertidos había judíos, griegos devotos, un buen número de mujeres importantes y otros que dejaron la idolatría (1:9-10; Hch 17:1-4). Jasón (Hch 17:5), Gayo (Hch 19:29), Aristarco y Segundo (Hch 20:4) se nombran entre los creyentes. Contrario a como algunos piensan, el ministerio de Pablo en Tesalónica se extendió más de tres semanas (2:9; 2 Ts 3:8; Fil 4:16), pero eventualmente él y su equipo fueron expulsados de la ciudad (Hch 17:9-10).

Al no crecer ellos en su nueva fe, no es de sorprender que los problemas comenzaran a desarrollarse en la iglesia. Algunos pudieran haber llegado a la conclusión acerca de la enseñanza de “otro Rey, Jesús”(Hch 17:7), que Cristo volvería inmediatamente. Muchos habían dejado sus trabajos considerando que la segunda venida de Cristo era inminente (2 Ts 3:10-12). Y otros estaban confundidos por la muerte de seres queridos creyentes, sin saber de seguro la situación de ellos cuando Cristo volviera (4:13-18). Aun otros vivían descuidadamente o eran débiles en su fe (5:14-22). Puesto que el amor entre Pablo y los creyentes de Tesalónica era fuerte y mutuo (2:7-8; 3:1-2, 6; 4:13, 18), él no mencionó su apostolado. El sabía que ellos no cuestionarían su autoridad. A causa de su profundo interés por su crecimiento espiritualy un fuerte deseo por verlos otra vez, el apóstol envió esta carta (1:1; 2:18). El escribió a fines del año 50 d.C., o a principios del 51 desde Corinto mientras se encontraba en su segundo viaje misionero acompañado por Silas y Timoteo.

En los primeros tres capítulos, Pablo se muestra agradecido por el pasado. El elogia a los tesalonicenses por la realidad y reputación de su fe (1:2-10). En los capítulos 2 y 3, Pablo revisa el fiel ministerio de su equipo entre ellos. Señala el carácter ejemplar que ellos habían demostrado (2:1-12), contestando así las falsas alegaciones de algunos intrusos que se le oponían. El resultado de su ministerio fue excepcional a pesar de la continua persecución de los creyentes (2:13-16). El deseo de Pablo de pasar más tiempo entre ellos (2:17-20) lo motiva a enviar a Timoteo (3:1-5). Basado en las entusiastas noticias que Timoteo le trajo (3:6-10), Pablo hace una oración por ellos (3:11-13).

En los capítulos finales Pablo anticipa el futuro y prepara a los creyentes de Tesalónica en varias maneras. Les hace recordar que la gracia del Padre y del Hijo es lo que sostiene a los creyentes mientras aguardan el prometido regreso de Cristo por sus santos (1:1; 5:28). Este pensamiento es mencionado al final de cada capítulo. La necesidad de mantener la pureza moral (4:1-8) y el amor fraternal (4:9-12), fue enfatizado. También les hace recordar que no deben volver a las prácticas paganas ni que justifiquen la pereza. Las palabras de Pablo les consuela acerca de los seres amados fallecidos (4:13-18) y les enseña acerca del Día del Señor (5:1-11). Pablo les insta a ser ejemplo, teniendo actitudes correctas para con los líderes (5:12-13) y a hacer decisiones apropiadas en situaciones difíciles (5:14-22).

Sus saludos finales incluyen una bendición (5:23) y una referencia a la fidelidad del Señor (5:24), la cual siempre sobrepasa la de los creyentes (véase I., A. y B. en el Bosquejo). Una petición de oración (5:25), saludos a todos (5:26) e instrucciones acerca de la lectura de esta carta (5:27) preceden las palabras finales (5:28).

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