Cuatro de las cartas de Pablo fueron escritas a personas: 1 y 2 Timoteo, Tito y Filemón. El destinatario de esta carta es mencionado por nombre en tres de las cuatro cartas. ¿Quién es este hombre que figuró tan prominentemente en la vida y ministerio del apóstol Pablo? Timoteo vivía en Listra (Hch 16:1), pueblo en la pequeña provincia romana de Licaonia, ahora parte de Turquía. Su madre Eunice era judía (Hch 16:1), devotamente religiosa que había llegado a ser seguidora de Jesucristo (2 Ti 1:5). Su abuela Loida también era creyente (2 Ti 1:5). Su padre era griego, pero no hay mención de su conversión al cristianismo (Hch 16:1, 3). Durante su niñez, a Timoteo le habían enseñado el Antiguo Testamento (2 Ti 3:15), y puede haber venido a la fe salvadora en Cristo por el ministerio de Pablo en Listra (1:2, 18; 2 Ti 1:2; 1 Co 4:17) durante su primer viaje misionero (Hch 14:6-7).
En el segundo viaje (Hch 16:3) Pablo llevó consigo a Timoteo a causa de su buena reputación (Hch 16:2). Timoteo fue ordenado como evangelista (4:14; 2 Ti 1:6; 4:5) y ministró en varios lugares, incluyendo Filipos, Berea, Atenas, Tesalónica, Corinto y Efeso. El estaba a cargo de la obra en Efeso cuando Pablo le escribió esta carta (1:1-3) cerca del año 64 d.C. En ese tiempo Timoteo todavía era joven (4:12) y algo frágil de salud (5:23). Ciertos aspectos del ministerio le eran molestos, como el tratar con firmeza a la oposición (4:14-15).
No se menciona la ubicación de Pablo cuando escribió esta carta. El había sido libertado del encarcelamiento romano, enjuiciado y absuelto de los cargos en su contra (Hch 25:14-27; 26:30-32). Antes de salir de Efeso, él advirtió a los ancianos de problemas potenciales entre ellos mismos (Hch 20:30; 5:15). Himeneo, Alejandro y Fileto resultaron ser maestros falsos (1:19-20; 2 Ti 2:17; 4:14-15). Al oír el apóstol de estos problemas, planeó volver a visitar la iglesia y escribió estas instrucciones a Timoteo, antes de ir allá (3:14; 4:13).
La primera carta a Timoteo es una guía valiosa para cada líder de iglesia, ya que expone los principios por los cuales el grupo local de creyentes debe conducir el ministerio. Después de los saludos iniciales, Pablo dedica el primer capítulo a la enseñanza acerca de la iglesia. El describe la buena instrucción (1:3-7) y revisa el propósito de la ley, la cual Timoteo había conocido desde la niñez (1:8-11). Por medio de su testimonio personal, Pablo exalta el poder de la gracia salvadora (1:12-17) y enseña a Timoteo cómo combatir errores doctrinales (1:18-20).
La administración de la iglesia se discute en los capítulos 2 y 3, tanto la calidad de la adoración (cap. 2) como el liderato (cap. 3). La oración debe tener prioridad en la adoración pública (2:1-7), y el papel del hombre y de la mujer son descritos (2:8-15). Los requisitos para el servicio, tanto de los obispos (3:1-7) como de los diáconos (3:8-16) son enumerados. La protección de la iglesia es el tema del capítulo 4. Pablo traza la apostasía predicha (4:1-5) y define la mejor defensa contra ella: una vida piadosa y santa (4:6-10) y la perseverancia fiel en el ministerio (4:11-16). Los capítulos 5 y 6 tratan de las responsabilidades de la iglesia tanto en el bienestar de la gente (cap. 5) como en la advertencia sobre los peligros (cap. 6). Pablo insta por un honor apropiado para las personas de cualquier edad o sexo (5:1-2); las viudas (5:3-16) y los líderes (5:17-25). Los peligros que se deben evitar incluyen la falta de respeto en el lugar de trabajo (6:1-2), indiferencia a la verdad (6:3-8), imprudente exhibicionismo de las riquezas (6:9-10, 17-19) y la desobediencia que conduce a compromisos (6:11-16).
En los saludos finales, Pablo otra vez alude a la gracia. El desea que todo líder de la iglesia sepa que la gracia abundante de Dios es el fundamento para la organización y el ministerio de las iglesias locales para la gloria de Cristo (1:14). Es un principio que se ha probado y ha demostrado ser válido por dos mil años.
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