Daniel superó grandes obstáculos para alcanzar sus objetivos. A pesar de su nacionalidad, cultura y su fe, llegó a ocupar puestos muy elevados en un gobierno extranjero. Hay mucho qué aprender de este incomparable siervo de Dios. El dejó un gran ejemplo sobre cómo vencer las tentaciones. El mundo en los días de Daniel era de cambios continuos, pero Dios le dio un incambiable mensaje de seguridad con respecto al futuro.
Daniel, cuyo nombre significa “Dios es mi juez,” era de cuna noble y real (1:3). Junto con otros de similar trasfondo, él fue llevado al cautiverio siendo un adolescente, durante la primera invasión de Judá por Nabucodonosor en el año 605 a.C. (1:1-2). Los cautivos judíos escogidos como Daniel y sus amigos, eran preparados como “sabios” para el servicio del gobierno.
El ministerio de Daniel en el exilio se extendió a través del cautiverio babilónico y abarcó los reinados de Nabucodonosor (cap. 1-4), Belsasar (5, 7-8), Darío (6, 9, 11) y Ciro (10, 12). Su compromiso personal con el Señor permaneció firme en la cuestión de alimentos (cap. 1), la experiencia en el horno ardiente (3) y en el foso de los leones (6). Dios le concedió extraordinaria sabiduría (Ez 28:3) para interpretar sueños (2, 4) y la escritura milagrosa en la pared (5). A Daniel le fueron confiadas revelaciones especiales del Señor con respecto al curso de la historia (7-11). Por medio de visiones (2 y 7) le fue revelado que la nación de Israel sería controlada por Babilonia (605-539 a.C.), Medo-Persia (539-331 a.C.), Grecia (331-146 a.C.) y Roma (146 a.C - 476 d.C.). A él también le fue revelada la promesa de que el reino venidero del Mesías sobrepasará a todos los imperios humanos y establecerá paz duradera en la tierra (2:35, 45; 7:13-14, 27).
Cuando se vean en tentación y sean atacados en su fe, antes que ceder, los creyentes encuentran estímulo y confortación en la dedicación y ejemplo de Daniel y de sus amigos. Cuando sean tentados a pensar que no hay esperanza en el futuro, este libro da la seguridad acerca del plan venidero de Dios. La fe personal de Daniel en el Señor es mencionada en el Nuevo Testamento. Como uno de los “profetas”(He 11:32), se dice que por la confianza de ellos en Dios “cerraron bocas de leones”(6:22; He 11:33). Su gran fe es un modelo para todos.
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