Panorama de Ezequiel

Si un creyente tiene compañerismo con Dios en cierto lugar, y luego es removido a la fuerza de ahí, ¿puede él encontrar a Dios en presencia de sus enemigos? ¿Puede Dios ser adorado fuera del templo que El ordenó para ese propósito? Estas son preguntas que inquietaron al profeta Ezequiel.

Al igual que Jeremías, Ezequiel también era sacerdote (1:3). Su nombre significa “fortalecido por Dios.” El era miembro de la aristocracia de Jerusalén y fue llevado al exilio en el año 597 a.C. durante la segunda deportación, en el mismo tiempo que el rey Joaquín (1:2; 2 R 24:11-18). Ezequiel llegó a ser un líder de la comunidad del exilio en Tel Abib en las márgenes del río Quebar en Babilonia (1:1; 3:15). Aunque se menciona su esposa (24:15-27), no se habla de ningún hijo. Su casa era usada como lugar de reunión para los ancianos de Israel (3:24; 20:1). El ministró a los exiliados del reino del norte, Israel (2:3; 3:1, 3:11; 11:25); así que Ezequiel fue el primer profeta a su propia gente en tierra extranjera. Daniel, contemporáneo suyo, fue profeta entre los gentiles y sus gobernantes.

En el 592 a.C., cinco años después de haber sido exiliado (1:2), Ezequiel tuvo una impresionante visión de la gloria de Dios que marcó el inicio de su ministerio el cual se divide en dos períodos claros, siendo la caída de Jerusalén (586 a.C.) la línea divisoria. Del 592 al 586 a.C., él predicó arrepentimiento y juicio, anunciando la próxima destrucción de Jerusalén como castigo por los pecados de apostasía, idolatría y las alianzas extranjeras. El denunció a los falsos profetas que daban al pueblo un falso sentido de seguridad y negaban la severidad del juicio divino. Uno de los temas principales durante este período del ministerio de Ezequiel fue la justicia de Dios (18:25, 29; 33:17, 20). Su esposa murió en el 587 a.C., poco antes de la caída de Jerusalén (24:18). Cuando Jerusalén cayó, Ezequiel predicó un mensaje de consuelo y de reforma, anunciando la futura restauración de Judá.

Ezequiel era un magistral comunicador y usó diferentes medios para transmitir los mensajes y las visiones que Dios le daba, a quienes les predicaba (37:1-14). También predicó “sermones dramatizados”(4:1-8; 24:24) y a veces usó alegorías (17:1-10). Además de estos métodos excepcionales, él usó sermones y discursos orales en la forma tradicional (6:1; 7:1; 12:1; 13:1; 15:1).

Como sacerdote, Ezequiel sintió mucho la destrucción de Jerusalén; pero, él entendió la necesidad del exilio. Con la pérdida del templo y sus rituales, Ezequiel aprendió a depender en Dios solamente. Al igual que Jeremías, contemporáneo suyo, Ezequiel enseñó la responsabilidad individual. Este libro, lleno de esperanza demuestra que Dios, por su gracia, no aniquiló a su pueblo escogido (28:25-26) como lo hizo con otras naciones culpables de ofensas semejantes. En su lugar, El los disciplinó para corregir su pecado y que por ello cambiaran sus caminos. La disciplina de Dios dio resultado ya que el cautiverio babilónico curó a los judíos de la idolatría. Los creyentes de cualquier generación pueden beneficiarse al someterse a la disciplina del Padre (He 12:4-11).

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