Panorama de la carta de Efesios

Las experiencias de Pablo en la prisión, como las de José en Egipto, fueron usadas por el Señor para manifestar su gloria. La carta a los efesios fue escrita por el apóstol Pablo (1:1; 3:1) estando preso en Roma (3:1; 4:1; 6:20), al igual que la de Filipenses, Colosenses y Filemón. Fue enviada con Tíquico (6:21, 22) posiblemente en el año 60 d.C., durante el arresto domiciliario de Pablo en Roma (Hch 28:16-31). Tal vez escribió antes otra carta al mismo grupo (3:3).

Éfeso era la capital de la provincia romana de Asia (Turquía moderna). Allí se encontraba una de las siete maravillas del mundo antiguo: el templo de Diana (Artemisa; Hch 19:23-41). Era un edificio magnífico cuya construcción tardó unos 200 años. La ciudad era una gran sede de cultura y educación, con una famosa biblioteca y un anfiteatro con capacidad para 25,000 personas. Éfeso era un centro comercial con un próspero negocio de fabricación de estatuas y con un puerto cercano muy activo. Esta era la ciudad a la que Pablo escribió (1:1). Tal vez él deseaba que esta carta fuera compartida con las iglesias en otras ciudades de Asia, en las que él conocía algunos miembros sólo indirectamente (1:15; 3:2; 4:21). En cuanto a la carta que viene de Laodicea (otra ciudad en Asia), mencionada en Colosenses 4:16, algunos creen que quizás sea la carta que conocemos como la Epístola a los Efesios.

Los comienzos de la iglesia en Éfeso son desconocidos. Ciudadanos de Asia visitaron a Jerusalén el día de Pentecostés (Hch 2:9), y tal vez algunos de ellos regresaron a Éfeso como nuevos convertidos al cristianismo. Pablo visitó la ciudad brevemente en su segundo viaje misionero (Hch 18:18-22), enseñó en la sinagoga, y dejó a Aquila y a Priscila para que continuaran el ministerio allí. Apolos, un maestro elocuente, laboró con ellos por un tiempo (Hch 18:24-28). Más tarde Pablo regresó a Efeso, como había deseado, y allí llevó a cabo un ministerio por tres años (Hch 19 y 20). Hubo intensa oposición satánica al evangelio (Hch 19:9, 13; 1 Co 16:8-9), pero fue un tiempo fructífero porque hubo muchos convertidos (Hch 19:18-19, 26). La despedida final de Pablo fue una experiencia dolorosa para los líderes de la iglesia que fueron a Mileto para despedirse de él (Hch 20:17, 36-38).

Después del ministerio de Pablo, otras personas ayudaron en el desarrollo de la iglesia en Efeso: Timoteo (1 Ti 1:3), Onesíforo (2 Ti 1:16-18) y el apóstol Juan (Ap 2:1-7). Pablo estaba muy preocupado por la influencia de la adoración de ídolos y la superstición en la ciudad, donde la mayoría de los creyentes eran gentiles. También supo de prácticas peligrosas que los cristianos aceptaban (1 Ti. 1:3-4; 4:1-3). Estas cosas motivaron a Pablo a escribir esta carta para enseñar a sus lectores que la posición y ministerio de cada uno de ellos, como miembros del cuerpo de Cristo, la iglesia, es el resultado de la gracia de Dios en Cristo, quien es la Cabeza del cuerpo (2:8-9; 4:7, 12).

Después de sus saludos iniciales (1:1-2), Pablo describe las bendiciones recibidas por la iglesia (1:3-3:21) y la conducta apropiada de los creyentes (4:1-6:20). Las bendiciones incluyen la posición del creyente en Cristo (1:3-21), la promesa por medio de Cristo (2:1-22) y Cristo como modelo (3:1-21). La conducta apropiada de la iglesia implica tanto actitudes (4:1-5:22) como acciones (5:22-6:20). Las actitudes correctas ayudan a los creyentes a vivir en armonía (4:1-16), en contraste con el mundo (4:17-32), y bajo el poder y control del Espíritu Santo (5:1-21). La conducta apropiada ayuda a los creyentes a tener éxito en el matrimonio (5:22-31), en la familia (6:1-4), en el trabajo (6:5-9) y en la lucha espiritual (6:10-20). Pablo concluye con saludos y bendiciones (6:21-24).

La carta a los efesios continúa siendo una guía ejemplar de cómo judíos y gentiles que confían en Cristo para la salvación, están unidos en un cuerpo vivo bajo Cristo como Cabeza, equipados por el Espíritu para resistir todo ataque. Toda iglesia haría bien en seguir sus enseñanzas.

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