ASPECTOS GENERALES
La ciudad de Colosas se hallaba situada en el valle del río Lico, tributario del Meandro, en la antigua Frigia, la actual Turquía (Asia Menor). Colosas había sido una ciudad próspera, pero cuando Pablo escribió estaba en decadencia. Hierápolis y Laodicea habían absorbido su comercio.
En esta ciudad existía una comunidad cristiana considerable. Filemón tenía una congregación en su casa (Film. 2). Posiblemente el pastor de la comunidad colosense era Epafras (1:7), o si no era tal, había tenido gran influencia. Lo cierto es que Pablo no había comenzado esta congregación (1:4–8; 2:1). Posiblemente la iglesia se formó cuando Pablo se hallaba en su larga estadía en Efeso, ciudad que estaba a unos 176 km. al oeste. Aunque puede ser la iglesia menos importante en el trabajo de Pablo, en esta carta se dan las declaraciones más significativas con respecto a Cristo.
Desde comienzos del siglo II la iglesia ha sostenido que Pablo es el autor de esta carta, tal como se afirma en 1:1 y en 4:18. Fue en el siglo XIX que se empezó a dudar de la autenticidad de Pablo como autor de esta carta, por la escuela de Baur. Sin embargo hay un gran número de eruditos que defienden que Pablo es el autor. El argumento quedaría resumido así: Las ideas desarrolladas son las del apóstol Pablo, sólo que presentadas bajo un prisma que las adapta a una situación particular. El lenguaje es realmente de él, un vocabulario bastante desarrollado debido al tema que trata. Se han encontrado 34 hapax- legómena (palabras que aparecen una sola vez en el texto bíblico).
Esta carta forma parte de las llamadas “Epístolas de la cautividad”, a saber: Efesios, Filipenses, Filemón y Colosenses. Parece que Efesios, Filemón y Colosenses fueron escritas al mismo tiempo o muy cercana la una de la otra. También es cierto que Tíquico y Onésimo llevaban las epístolas a Filemón y a la iglesia de Colosas (4:7–9). Además Tíquico fue el portador de la carta a los Efesios.
Posiblemente Pablo la escribió desde su cautiverio en Roma entre los años 61 y 63. Hay otras posibilidades del lugar y fecha: Efeso en el 50, Cesarea entre el 58 y el 60 (una discusión amplia la encontrará en la Introducción al Nuevo Testamento, por Harrison). La posición de que fue escrita en Roma es la que ha tenido más respaldo.
LA HEREJIA DE COLOSAS
Posiblemente Epafras había dado a Pablo no sólo noticias sobre la riqueza de la vida cristiana (1:8), sino también sobre una peligrosa herejía que se estaba metiendo entre los colosenses. No era una división en la iglesia o alguna enseñanza que se desarrollaba oponiéndose a ella, era un intento de combinar el cristianismo con otras creencias. ¿Cuál era esta herejía? Tratar de poner una etiqueta particular a la herejía de Colosas sería poco serio. Pablo no la define claramente sino que da algunos elementos que la conforman, como podemos inferir de ciertas conclusiones en que concuerdan la mayoría de los especialistas.
Se hace referencia a un sincretismo entre la filosofía y la religión, lo que alguien ha denominado “sincretismo judeo-pregnóstico”, ya que el gnosticismo como tal todavía no se había desarrollado, pero ya existían ciertos elementos de este movimiento.
Resumiendo la amplia exposición de Lightfoot se puede afirmar que hay dos elementos en la herejía: La substitución de seres creados, como los ángeles, por la verdadera cabeza de la creación, Jesucristo, quien es la plenitud; y un error práctico que se deriva del primero: Dar prioridad a los preceptos ceremoniales y ascéticos como el fundamento de una enseñanza ética. Pablo afirma que el único cimiento de la doctrina cristiana es un concepto correcto tocante a Cristo, y que la única ética aceptada es la que se halla edificada sobre los valores del reino de Dios al que hemos sido trasladados.
Es necesario en este punto dedicar un pequeño párrafo para dar algunas características del gnosticismo a fin de hacer una evaluación más completa de la “herejía colosense”.
Sus presupuestos básicos eran: La materia era mala en sí misma, lo del espíritu es bueno. Esto conducía a afirmar que solamente Dios es bueno y que por lo tanto él no podía crear la materia que es mala. Surgió entonces una serie de enseñanzas para explicar la existencia de la materia que es mala: La presencia de emanaciones, eones, espíritus y ángeles que eran intermediarios entre Dios y el hombre. La premisa de que la materia es mala condujo a ciertas implicaciones éticas: El ascetismo como la única salida al pecado, o también el libertinaje total que no afectaba al espíritu sino a la carne que es mala.
Veamos algunas clarificaciones que hace Pablo en cuanto a ciertos errores de los colosenses:
Intelectualismo. Se afirmaba que Cristo no es suficiente, se requería de “filosofías y vanas sutilezas”. Es claro que la filosofía no es mala en sí misma, pero cuando usamos el conocimiento filosófico como sustituto o complemento de Cristo, entramos en un camino deleznable de tradición de hombres.
Poderes angélicos. Muchos concuerdan en decir que los principios elementales del mundo (2:20), se trataban de “espíritus de las estrellas” o “poderes angélicos demoníacos”. La astrología estaba ya desarrollada, y se creía que cada ser humano nace bajo la influencia de un astro y que su destino está ya trazado. Los ángeles jugaban un papel de importancia y existía una jerarquía de mediadores, que entre otras cosas eran también creadores. Para conseguir la reconciliación con Dios, no era suficiente venerar a Cristo sino también a estos seres angélicos. Según estas enseñanzas Jesús no se había podido liberar ni a sí mismo, menos a sus mensajeros, del poder de las fuerzas cósmicas y sucumbió al destino trazado por ellas. La prisión de Pablo era una muestra de que las estrellas se habían impuesto sobre el destino del cristianismo. Pablo responde que Jesucristo es la plenitud (pléroma G4138) y que no se necesita de nada más.
Ascetismo. La obligación de observar determinados preceptos y mandamientos como medio de santificación también fue combatida por Pablo. Se nota la influencia del farisaísmo o sencillamente de un énfasis exagerado en la ley escrita y oral del judaísmo; esto se ve en la circuncisión (2:11), el sábado, días de fiesta y comidas (2:16).
Resumiendo: Se puede decir que la “herejía colosense” era el haber desplazado a Cristo de su preeminencia en todo. Los herejes de Colosas, al igual que muchos ahora, no pretendían hacer a un lado a Jesucristo, sino suplementarlo, pues el cristianismo estaba bien para aquellos que apenas estaban iniciándose; el cristianismo era solamente la primera escala del conocimiento, pero una escala muy elemental e incompleta. Por todo esto la epístola a los Colosenses es eminentemente cristológica.
La comunidad de los colosenses estaba formada principalmente por gentiles (1:21–27; 2:13), pero no se puede negar que había gran influencia judía. Josefo relata que Antíoco el Grande trasladó dos mil familias judías desde Babilonia hasta Lidia y Frigia.
TEOLOGIA DE LA CARTA
El argumento teológico de Pablo arranca no como una refutación de las doctrinas falsas o un ataque a estas doctrinas erradas; de hecho, como ya se ha mencionado, se refiere a las herejías en términos generales. Sin embargo Pablo coloca cada cosa en su lugar y a Cristo como la médula de todo el mensaje cristiano.
El paganismo estaba influenciando a los colosenses al decir que ciertos poderes angélicos estaban dominando el mundo, como intermediarios entre él y Dios mismo (2:8, 20). Cada uno de estos poderes tenía parte de la plenitud de la deidad (2:9; ver 1:19); además eran la causa de la creación (1:15–17). Las implicaciones posteriores de esto conducían a la búsqueda de ciertos conocimientos (gnosis G1108) de todos estos “elementos”, para lo cual había de someterse a cierto ascetismo.
Frente a esto Pablo sostiene que Cristo es el único, el autosuficiente. Su plenitud no era compartida con nadie, al contrario él es la plenitud (1:19; 2:3, 9). Además que por su muerte en la cruz él había vencido a todos los poderes que se creían controladores del universo.
Esta carta eminentemente cristológica se halla rodeada en forma insistente por una soteriología cosmológica. Es decir que del Cristo personal pasa a ser el Cristo universal, cabeza de la iglesia y de todo principado (1:18; 2:10). No solamente tiene un mensaje cristológico, sino que también trae otros temas entrelazados como el del evangelio, la sabiduría de Dios, el misterio escondido que se halla ahora revelado en Cristo, nuestra esperanza de gloria (1:27).
La iglesia también es tratada, pero no como el cuerpo de Cristo que está funcionando, sino como el cuerpo que tiene por cabeza a Cristo.
Hay otro tema teológico que se debe destacar, la tensión entre “arriba y abajo”, que puede estar reemplazada por la tensión escatológica del “ya y todavía no” del reino. Este reino ya está aquí (1:13), pero todavía hay una esperanza reservada para nosotros (1:5).
Esta carta fue para los colosenses —y lo es para nosotros— una presentación de Cristo en su función de Señor del universo, un kúrios G2962 que reclama la preeminencia en la vida de todos los creyentes.
RELACION CON EFESIOS
Cuando se leen las dos cartas, inmediatamente salta a la vista que estas dos se hallan muy relacionadas. ¿Qué tipo de relación existe entre las dos? La opinión general de los eruditos es que Colosenses fue escrita antes que Efesios.
Este asunto ha sido fuertemente debatido. Podemos sacar algunos apuntes interesantes que nos ayudarán a ampliar nuestro estudio; además, usaremos las dos cartas para explicar determinados puntos.
Unos sesenta versículos de Colosenses (las dos terceras partes) encuentran su paralelo de lenguaje o de pensamiento en Efesios. Esto no es novedoso, pues un autor puede dar cualquier uso a su material, y si piensa que es de valor lo puede repetir cuantas veces sea necesario, ya sea textualmente o dando las ideas generales. (Hendriksen hace un buen análisis sobre estas relaciones en su comentario sobre Efesios, en donde incluye una amplia comparación entre las dos cartas.)
Lo más sobresaliente no son las semejanzas sino las diferencias. Y esto también es lógico, pues fueron escritas por la misma persona y en el mismo tiempo, pero en contextos diferentes, para congregaciones diferentes y con propósitos diferentes. Así, por ejemplo, Colosenses es fuertemente polémica pues está combatiendo una herejía; Efesios es de un tono más pacífico, pues no se desenvuelve en una atmósfera de conflicto sino de calma y alabanza, pues es doxológica. Colosenses es más provincialista o parroquial, es decir habla a un problema local; Efesios es una carta universal. Colosenses exalta a Cristo como la cabeza de todo; Efesios exalta a Cristo en su relación con la iglesia.
Podemos concluir que pese a las semejanzas (lógicas por ser el mismo autor), las diferencias son tantas y los enfoques tan distantes que no podríamos atrevernos a decir que apenas son diferentes ediciones o solamente ampliaciones. Son dos cartas escritas por el mismo Pablo a dos iglesias totalmente diferentes.
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