Los destinatarios de la segunda carta de Juan son la señora escogida y sus hijos(vers.1). Si esta expresión significa la designación de una iglesia o de un individuo, ha sido una cuestión debatible. Parece más natural entender la carta como dirigida a una señora influyente (vers. 5), estimada por todos los creyentes que la conocieron (vers.1). Ella había dado alojamiento a ministros itinerantes (vers.10) y quizás una congregación local se reunía en su casa (cp. Ninfas, Col 4:15). Las personas mencionadas al final de la carta serían sus sobrinas y sobrinos (vers. 13).
El propósito fundamental de esta carta era hacer más advertencias acerca del error del docetismo (vers. 7; 1 Jn 4:2-3), es decir, de que la Deidad no puede tomar un cuerpo humano en ningún sentido literal. Esta y otras enseñanzas contrarias a la fe cristiana (vers. 9) prevalecían a fines del primer siglo (1 Jn 2:18). Algunos que esparcían estas herejías habían salido de las iglesias de Asia Menor, de las cuales el apóstol Juan era responsable (1 Jn 2:19). La hospitalidad por la que los creyentes eran conocidos (Ro 12:13; He 13:2; 1 P 4:9; 3 Jn vers. 5-6) fue explotada por los maestros falsos para avanzar sus propias causas y dañar la fe cristiana (vers. 10-11).
Esta carta personal se escribió y fue enviada entre los años 89-91 d.C. Su recipiente original vivía en algún lugar en el circuito de iglesias alrededor de Éfeso donde ministró Juan. La carta alienta a esta señora y a sus hijos, mientras que él les haga una visita personal (vers. 12). Después de los saludos (vers. 1-3), el apóstol escribe acerca de un mandamiento que debiera seguirse (vers. 4-6). Pide que los creyentes practiquen la verdad (vers. 4), el amor (vers. 5) y la obediencia (vers.6). El escritor expone también una enseñanza falsa que debe ser abandonada (vers.7-11), ya que su doctrina es engañosa (vers.7) y su peligro, el de recompensa disminuida, es destructivo (vers. 8). La desviación de la verdad de los maestros falsos fue definitiva (vers. 9) y la separación de los creyentes de ellos era apropiada (vers. 10-11). Los saludos finales concluyen la carta de Juan (vers. 12-13).
Al igual que en los días de Juan, los creyentes siempre deben ser cautelosos de los líderes espirituales que procuran añadir algo a la Biblia (vers. 9; Ap 22:18).
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