Panorama de la Epístola de Hebreos

El escritor de esta carta no se nombra en ella aunque él era conocido por los primeros lectores (13: 19, 23). La identidad de los lectores originales tampoco es conocida, aunque parece que eran judíos, ya que el contenido de este libro se orienta hacia la teología judía. Debe haber sido escrita antes del 70 d.C. porque no se menciona la destrucción del templo en Jerusalén y las referencias a la adoración en el templo se describen en el tiempo presente (8:4, 13; 9:8-9; 10:1, 8, 11; 13:10-11). Debido a esto, la carta debió haber sido escrita entre los años 67-69 d.C.

Los lectores originales son descritos de varias maneras. Ellos estaban muy concentrados en el Antiguo Testamento, el cual se cita frecuentemente. Se le da prominencia a Abraham (2:16; 7:1-9; 11:8, 17), antepasado físico de ellos. Por medio de los discípulos originales de Cristo (2:3), ya habían oído el evangelio y habían presenciado señales, maravillas y milagros del Espíritu Santo (2:4). Junto con el escritor, habían llegado a ser participantes de Cristo (3:14) y habían ministrado a otros creyentes (6:10), tratando a los perseguidos con compasión (10:32-34; 12:4). Habían sido creyentes por mucho tiempo y algunos de sus líderes ya habían fallecido (13:7). Si bien es cierto que habían entendido los principios espirituales básicos (6:1), sus deficiencias incluían una escasez de maestros (5:12), dureza para oír (5:11) y una resistencia a poner en práctica lo que sabían que era correcto (6:12). Su incredulidad impidió que entendieran correctamente el evangelio (3:12).

Puesto que todas estas características no se verían en una sola persona, es probable que varios subgrupos existían entre los lectores originales. Había algunos cristianos entregados, inclusive sacerdotes judíos convertidos (Hch 6:7) que sufrieron por causa de su fe (10:32-34; 12:4). Había otros que estaban intelectualmente persuadidos acerca del cristianismo, pero no comprometidos en cuanto a su relación personal con Cristo (2:1-3; 6:4-6; 10:26-29; 12:15-17). Aun otros no estaban en lo absoluto convencidos acerca de la verdad del cristianismo a pesar de que habían sido expuestos a sus enseñanzas (9:14-15, 27-28). La existencia de estos grupos diversos ayudaría a justificar las advertencias severas encontradas a través de la carta (véase Bosquejo).

Esta carta de exhortación (13:22) fue escrita para reforzar la fe de los judíos convertidos, haciendo que recordaran la provisión de Dios de un sacerdote y sacrificio perfectos por el pecado: Jesucristo. Ayudaría también a convencer a cualquiera que estuviera indeciso acerca de Cristo, de que había mayor ganancia al volverse a El que permanecer en el judaísmo. La carta contiene un gran comentario sobre Habacuc 2:4: “El justo por su fe vivirá”(10:38; cp. Ro 1:17; Gá. 3:11). El autor demuestra la superioridad de Cristo sobre otros en cuanto a su persona (1:1-4:13), su sacerdocio (4:14-10:18) y sus preceptos (10:19-13:19).

Se muestra a Cristo como mayor que los profetas del Antiguo Testamento (1:1-3), los ángeles (1:4-2:18) e incluso Moisés y Josué (3:1-4:13), en cuestiones relacionadas a su persona. Una comunidad en Qumrán, cerca del Mar Muerto, conocida porque adoraban a los ángeles, ya había atraído a algunos que pensaban que Cristo era menos que el Hijo de Dios. La profesión de Cristo como sacerdote se ve que es superior a la de los levitas cuando se comparan en su efecto (4:14-16), orden (5:1-7:28) y posición (8:1-10:18). Los últimos tres capítulos y medio resumen las tres virtudes cardinales de la fe cristiana (10:22-24). Los preceptos que guían el estilo de vida de los que han creído en Cristo Jesús para salvación, son mostrados proveyendo mayor confianza en la fe (10:19-11:40), en confesar la esperanza (12:1-29) y en compasión amorosa (13:1-19).

La carta no contiene saludo introductorio, y concluye con una bendición y comentarios personales (13:20-25). Esta carta estimula a todo creyente a continuar creciendo en su madurez en Cristo. 

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