Esta carta se debe considerar como una guía práctica del cristianismo, aunque sólo se menciona a Cristo dos veces (1:1; 2:1). Es una lección de contrastes: pruebas útiles y perjudiciales; sabiduría genuina y falsa; fe verdadera y falsa. Su contenido es práctico, con un promedio de más de una orden cada dos versículos. ¿A quién escogió Dios para escribir una carta tan notable?
El autor se presenta en el saludo de apertura como Santiago, pero no se identifica como apóstol (1:1). En el Nuevo Testamento se mencionan cuatro personas con este nombre, pero fue Santiago, hermano de Jesús y de Judas, quien escribió esta carta (Mt 13:55; Mr 6:3).
Es interesante seguir el desarrollo de Santiago en la fe. Al principio él rechazó las declaraciones de Cristo (Jn 7:5). Después recibió una visita de Jesús resucitado (I Co 15:7), lo que tal vez resultó en su conversión porque más tarde él se encontraba entre los creyentes que aguardaban la prometida venida del Espíritu Santo (Hch 1:14). Llegó a ser líder en la iglesia de Jerusalén (Gá 1:18-19; 2:1, 9) y presidió sobre el primer concilio de la iglesia (Hch 15:13-21). Unos años después, Pablo lo visitó (Hch 21:17-25). Santiago escribió esta carta del trasfondo de su herencia y rica experiencia en la obra pastoral. Fue martirizado por su fe en el año 62 o 63 d.C.
Los lectores de esta carta son nombrados “las doce tribus que están en la dispersión”(1:1). Aparentemente Santiago se preocupaba por todos los judíos convertidos al cristianismo que antes habían formado parte de la congregación de Jerusalén, pero ahora residían en otras partes del mundo. Su dispersión se incrementó después del martirio de Esteban (Hch 7:54-8:3) y también durante la persecución bajo Herodes Agripa I (Hch 12:1-2). El historiador Josefo describe la situación de esta manera: “Ahora estos judíos han emigrado a todas las ciudades, y es difícil encontrar un lugar en el mundo habitado que no haya admitido a este grupo de hombres, y que no sea posesión de ellos”(Antigüedades, XIV, vii). Siendo uno de los libros del N.T. con características más judías, esta carta contiene más de cuarenta referencias al A.T. y más de veinte alusiones al Sermón del Monte. Inclusive, se retiene un nombre hebreo para Dios en 5:4 (Señor de Sabaot, i.e., Señor de los ejércitos). Santiago emplea quince veces este saludo común entre los creyentes judíos.
El reto a los que leen esta carta por primera vez y a todos los cristianos es: “Si posee fe genuina en Cristo para la salvación, demuéstrela. ”El contenido de esta carta se puede considerar como la presentación de cuatro evidencias de la verdadera fe: 1) Los cristianos son instados a perseverar en el sufrimiento con alegría (1:2-16); 2) a servir espontáneamente como resultado de su fe (1:17-2:26); 3) son advertidos a hablar sabiamente (3:1-4:12); 4) a mostrar buen sentido en las relaciones con otros en sus vidas (4:13-5:20).
Esta carta es un perenne recordatorio de que cualquiera puede decir que es cristiano, pero la mejor evidencia de la fe genuina se manifiesta por la manera como uno vive.
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