La reprobación espiritual con frecuencia provoca reacciones variadas. Así sucedió en la iglesia de Corinto. Como resultado de la segunda carta del apóstol Pablo a ellos, llamada 1 Corintios (véase 1 Corintios 5:9), muchos de los creyentes corrigieron su conducta pecaminosa y comprendieron mejor las verdades cristianas básicas. Estas buenas noticias fueron traídas por Tito a su regreso de una visita a Corinto (7:6, 13-16).
Sin embargo, no todas las noticias eran buenas. Una minoría de la gente en la iglesia no se había arrepentido, y su resentimiento contra Pablo iba en aumento (10:2; 12:21). Peor aún, los maestros falsos que se oponían a Pablo y a su evangelio de la gracia, continuaban infiltrándose en la iglesia en Corinto (11:4). Pablo había invertido bastante tiempo en las vidas de estos creyentes. El había vivido entre ellos por 18 meses (Hch 18:11); había escrito ya a ellos más de una vez (v. Vista Panorámica de 1 Corintios) y había hecho visitas adicionales (2:1; 12:14; 13:1). Durante todo este tiempo, su amor profundo hacia ellos permanecía igual (2:4; 11:11; 12:15).
A fines del año 55 d.C. o a principios del 56, pocos meses después de haber escrito 1 Corintios, él envió esta carta a los cristianos en Corinto desde algún lugar en Macedonia (2:12-13; 7:5). Esta era la tercera o la cuarta carta que ellos habían recibido de él; dependiendo esto de si la carta “dolorosa”(2:4; 7:8) era lo que conocemos como 1 Corintios, o es alguna otra carta. El Espíritu Santo ha preservado sólo dos cartas a los Corintios en la Biblia. En esta carta, Pablo quería que sus lectores supieran que la defensa definitiva de su apostolado y autoridad, era la gracia de Dios que le fue mostrada como a un recién llegado, en comparación con los apóstoles que le precedieron (1:12). Al final de la carta Pablo prometió a los creyentes en Corinto una tercera visita (12:14; 13:1-2), visita que duró tres meses (Hch 20:2-3).
Después de sus saludos iniciales (1:1-11), Pablo explica su primer propósito: describir su ministerio a quienes en Corinto lo apoyaban (1:12-7:16). El escribe de la integridad de su ministerio (1:12-2:17), su interés sobre lo que es superior a la ley (3:1-4:15), de lo que lo controla (4:16-5:21), cómo es en comparación con otros (6:1-18) y su alegría por las vidas cambiadas (7:1-16). En los capítulos 8 y 9 Pablo explica su segundo propósito: completar los detalles de la colecta para los cristianos en Jerusalén que estaban en gran necesidad (v. Vista Panorámica de 1 Corintios). Este proyecto ya tenía un año (9:2) y necesitaba ser terminado. El propósito final de Pablo en esta carta es el de defender su apostolado contra los que se le oponían. El defiende su legitimidad con relación a Dios (10:1-11:6), a él mismo (11:7-33), a su contenido sobrenatural (12:1-13) y a otras personas (12:14-13:10). Los saludos finales están expresados en 13:11-14. El apóstol Pablo revela más de sus sentimientos personales acerca del ministerio cristiano en esta carta que en cualquier otra.
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