Panorama de Malaquías

La verdad y el amor de Dios son cuestionados. Los líderes espirituales fallan. La sociedad se vuelve secular y el pecado abunda. Estas condiciones caracterizaron los tiempos del profeta Malaquías, quien inmutablemente afrontó tal situación de su día.

Se sabe muy poco respecto a Malaquías. Su nombre significa “mi mensajero”, que tal vez no sea un nombre, sino simplemente una descripción. La palabra hebrea malaki aparece en Malaquías 3:1, y se ha traducido "mi mensajero".

Malaquías predicó en una época cuando no había autoridad en la nación. El dijo sus profecías entre el tiempo en que Nehemías fue gobernador de Judá, en los años 432-420 a.C., y cuando fue llamado a que volviera a Babilonia. El libro de Malaquías es diferente de los otros libros proféticos porque no da sermones como tales, sino que presenta líneas de argumento. El libro indica que hubo mucha respuesta de la audiencia a los mensajes de Malaquías en forma de preguntas, excusas y objeciones.

Malaquías comienza su mensaje con la alarmante declaración del Señor: yo amé a Jacob, y aborrecí a Esaú(1:2b-3a). El verbo hebreo traducido “amar” significa una relación positiva con todas las decisiones, acciones, actitudes, pensamientos, respuestas, y con los sentimientos que caracterizan tal relación. La palabra hebrea “aborrecer” indica carencia de relación. Cuando Malaquías acusa a los sacerdotes de despreciar al Señor, se refiere a que ellos lo niegan firmemente. Malaquías describe los pecados de Judá: traición contra sus hermanos, disolución de la vida matrimonial y la religión insincera. Después de una predicción acerca de Juan el Bautista, la lista de pecados concluye con la acusación de Malaquías de que el pueblo robaba a Dios. Después que el profeta declaró juicio sobre el pecado, pasa a hablar del juicio final en el Día del Señor, y concluye su libro con la predicción de que Elías vendrá antes de tal día. En un tiempo cuando la vida familiar se ha erosionado drásticamente y las responsabilidades son tomadas a la ligera, el mensaje del profeta Malaquías debe ser proclamado con fuerza y autoridad.

Los dieciséis profetas escritores llamaron a sus generaciones a arrepentirse, a cambiar sus caminos, a volver al Señor en humildad y fe (Is 1:16-20; Jer 3:12-14; Ez 18:30-32; Dn 4:27; Os 14:1-2; Jl 2:12-13; Am 5:4; Abd 1:17; Jon 3:4-5; Mi 7:7; Nah 1:7; Hab 2:4; Sof 2:3; Hag 1:5, 7; Zac 1:3; Mal 3:16-18). Malaquías fue la última voz de Dios hasta que Juan el Bautista rompió el silencio 400 años después con el llamado, Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado(Mt 3:2). Por medio de Malaquías el Señor vuelve a mencionar su pacto con su pueblo (2:4, 5, 8, 10; 3:1). Mientras Dios había permanecido fiel a sus promesas, Israel se hundía más y más en la complacencia y el pecado, dudando del amor de Dios (1:2), deshonrando su nombre (1:6), siendo infieles a El (2:13), degradando sus normas santas (2:17), defraudando sus recursos (3:8) y despreciando su gracia (3:13).

Sólo un Dios que ama incondicionalmente puede restaurara tal clase de gente (3:6) a una posición de favor con El. Esta promesa con la que el Antiguo Testamento concluye, aún proporciona esperanza a todo el que se arrepiente de sus pecados y acude al Señor por medio de la fe (Hch 3:19; Ap 2:5, 16).

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