El apóstol Juan escribió más libros del Nuevo Testamento que los otros escritores, excepto Pablo. El se llama el discípulo a quien Jesús amó(13:23; 19:26; 20:2; 21:7, 20), que se reclinó en su pecho (13:23, 25; 21:20), y el otro discípulo (18:16; 20:3, 4, 8). También se autonombra como un testigo presencial (1:14; 19:35; 21:24; 1 Jn 1:1-4; 4:14; Ap 22:18, 20), el anciano (2 Jn 1; 3 Jn 1), siervo de Jesucristo (Ap 1:1) y Juan (Ap 1:1, 4, 9; 22:8). Otros escritores de la Biblia se refieren a él como apóstol (Mt 10:2-4; Lc 6:13-14), hijo de Zebedeo y Salomé (Mt 10:2-4; 27:56; Mr 1:19-20; 15:40) y por tanto primo de Jesús (Mr 16:1; Jn 19:25). Juan es llamado hijo del trueno (Mr 3:17) y fue uno del círculo interior de tres, junto con Pedro y Santiago, que gozaron cierta relación especial con Jesús (Mt 17:1; 26:37; Mr 5:37; 9:2; 14:33). El apóstol Juan había sido discípulo de Juan el Bautista (1:35) y fue de los primeros en responder a la invitación de Jesús a seguirle (1:36-39). Era socio en un próspero negocio pesquero (Mr 1:16-20) y amigo personal del sumo sacerdote (18:15-16). Juan presenció la crucifixión de Jesús, y en ese momento, le asignó el cuidado de su madre (19:26-27). El se regocijó de ver al Cristo resucitado el día mismo de la resurrección (20:19-20). Juan se asoció con Pedro en Jerusalén en los primeros días de la iglesia (Hch 3:1; 4:13, 19; 8:14) y estaba en esa ciudad cuando llegó Pablo después de su primer viaje misionero (Hch 15:2, 6; Gá 2:1, 9). Juan vivió hasta una avanzada edad, ministrando por muchos años en Efeso y murió de muerte natural (21:20-23) durante el reinado del emperador Trajano (98-117 d.C.). El Evangelio lo escribió en Efeso entre 85-90 d.C. Los primeros recipientes probablemente eran creyentes de las iglesias en Asia Menor (Ap 2:1-3:22).
El Evangelio de Juan es bastante diferente de los otros. Presenta a Jesucristo como Dios (1:1-5, 9-18; 2:23-25; 3:31-36; 5:30-47; 6:66-69; 8:46-59; 9:35-41; 10:22-39), y no contiene narrativa de su nacimiento, genealogía, juventud, bautismo, tentación, transfiguración ni ascensión. Su propósito se anuncia claramente: traer a todos a la fe en Cristo para vida eterna (20:30-31). Noventa por ciento del material de Juan es exclusivo en su Evangelio. Mientras su contenido abarca cuatro Pascuas (2:13; 6:4; 13:1; 18:28), sólo pocos días del ministerio de Jesús están en forma cronológica [los capítulos 13-18 cubren sólo un día]. Juan desarrolla su caso para la Deidad de Cristo alrededor de sus nueve discursos (3:1-21; 4:7-42; 5:19-47; 6:22-59, 60-71; 8:12-30, 31-59; 10:1-18; 14:1-16:33) y ocho señales milagrosas (2:1-11; 4:46-54; 5:1-18; 6:1-15, 16-21; 9:1-41; 11:1-57; 21:6-11). Jesús afirmó ser Dios en la manera más fuerte posible (4:24-26; 8:24, 28, 58; 13:19). El también se presentó como el pan de vida (6:35), la luz del mundo ((8:12), la puerta (10:7, 9), el buen pastor (10:11, 14), la resurrección y la vida (11:25), el camino, la verdad y la vida (14:6) y la vid verdadera (15:1, 5). Da enseñanzas sobre el nuevo nacimiento (3:1-15) y el Espíritu Santo (14:16-17, 26; 15:26; 16:7-15). Temas importantes como la verdad (26 veces), el amor (57 veces), la gloria (33 veces) y creer (100 veces) son desarrollados.
El cuarto Evangelio se centra en la persona de Jesucristo, el Hijo de Dios (v. Bosquejo). Comenzando con su eterna Deidad (1:1-3), Juan describe la encarnación de Cristo como el Dios-hombre perfecto (1:4-14) y su confirmación por el testimonio de Juan el Bautista (1:15-34). A base de estas realidades históricas, el apóstol Juan proporciona ejemplos de la presentación de Jesús de sí mismo por medio de discursos persuasivos y señales milagrosas en Judea, Samaria y Galilea (1:35-4:54), y en varias fiestas en Jerusalén (5:1-12:50). Juan entonces gira bruscamente de este despliegue público de las declaraciones de Cristo a la enseñanza privada a sus propios discípulos (13:1-17:26). El discurso del aposento alto provee la muestra más íntima del corazón del Hijo de Dios que se encuentra en las Escrituras. Juan concluye el relato de su evangelio con la crucifixión (18:1-19:42) y la resurrección (20:1-21:25) de Jesús.
Como en todos los escritos de Juan, el resultado anticipado es que el lector sea movido por el testimonio a la fe personal en Jesucristo como Salvador y Señor, y al hacerlo, tendrá asegurada la vida eterna (20:30-31; 1 Jn 5:13; Ap 22:16-17). ¡Este libro es una herramienta muy efectiva para el evangelismo y está disponible a todo cristiano!
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