Panorama del libro de Jonás

Negarse a cumplir la voluntad de Dios a menudo conduce a problemas. Dios ama a todas las personas, no importa cuán indigno de ello alguien sea. Estos son dos de los principales temas del libro de Jonás.

Jonás profetizó en los días de Jeroboam II, rey de Israel. El predijo una victoria para este gran gobernante; según la profecía, Jeroboam extendió sus fronteras desde Hamat hasta el Mar Muerto (2 R 14:25). Para el reino del norte éste fue un tiempo de paz. Los sirios fueron expulsados del territorio israelita, y otras naciones vecinas fueron neutralizadas. En el reino del sur, Judá, pasó algo similar bajo Uzías. Esos fueron días de crecimiento y prosperidad para ambos reinos.

Jonás predicó durante un tiempo de estabilidad política y éxito militar para Israel. Mientras tanto, Asiria trataba de consolidar su imperio, e Israel vio eso con desprecio y temor a la vez. Jonás, a quien se le había dado el privilegio de predicar éxito para su nación, fue llamado por Dios a prolongar la vida del peor enemigo de Israel que estaba en el proceso de exterminar al pueblo judío. Probablemente él sabía que dentro de una generación, Asiria conquistaría a su nación. Jonás se dispuso a huir de la presencia del Señor. Al embarcarse a Tarsis, Jonás intentaba renunciar a su llamado de profeta; pero según se lee en la narrativa, Dios no aceptó su “renuncia.”

El libro de Jonás debe entenderse como una historia verídica. Jesús la usó para enseñar acerca de su propia muerte y ministerio (Mt 12:38-41). El libro menciona a Dios 38 veces. Enfatiza el amor de El por la ciudad de Nínive, capital de la nación, que tenía una población de 120,000 personas (4:11). El Señor no desea que nadie perezca (2 P 3:9); El desea que todos se salven (1 Ti 2:4). También se nota la gracia de Dios revelada sobre Jonás; él aprendió que las personas son más importantes que las cosas (4:10-11) y el ministerio efectivo más crucial que el bienestar personal (3:5-10; 4:6).

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